Y ya, que se publicó mi libro Estilo (que no es poesía, es prosa) en la colección La Noche Cúbica, de Ecuador. ¡Allá nos vemos, folks! (invítenme a publicarlo en Ururguay y Guatemala y en Bolivia y Colombia, voy a decir que sí). d.
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Mostrando entradas de septiembre, 2014
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Les había platicado de mis problemas para entusiasmarme lo suficiente en estas fechas. También les he platicado del hartazgo que me ocasiona el culto a la personalidad en todas las esferas de este fenómeno que somos. Últimamente también he platicado con algunos amigos en relación a los "conversatorios" que se han generado con la idea de transformar un poco la forma en la que percibimos el, y hacemos arte. Estamos intentando cambiar las cosas, es obvio que ya nos dimos cuenta de la farsa en la que hemos caído, sobre todo los artistas nacidos a finales de los cincuenta y principios de los setenta. Hacemos pruebas. Los conversatorios han desembocado en la reproducción de los sistemas que criticamos: alguien se sienta en una mesa para conversar, sostener su punto de vista y demostrar que tiene los mejores argumentos para justificar su "verdad": Ñeee. A veces los conversatorios se convierten en el alimento que el conversador necesita: tener la razón, ser reconocido...
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Puras cosas tristes: guerras aquí y allá, amigos en las guerras aquí y allá; virus en las computadoras, redes sociales esclavizantes, teléfonos esclavizantes, universidades donde se estudia para ser crítico y no se es capaz de vivir sin las "novedades tecnológicas" del iphone. Oh, well. Ayer, mientras hacía un recuendo de esa decadencia existencial que nos rodea me decidí a buscar una cosa buena hoy. Una cosa alegre. Por su puesto la encontré, pero entre más encuentro cosas que me alegran más abismalmente me encuentro separada de las preferencias del mundo. Comencé a grabar mis soliloquios, por ejemplo, eso me alegra. No porque piense que digo cosas importantes, sino porque oigo mi voz como transportada hasta la grabadora desde otro planeta. Los ensayos introductorios de la obra de Dostoievsky en Sepan Cuántos ¿Nos estamos alejando, verdad? Me alegran esos ensayos rusos tan maravillosamente traducidos y que, en ocasiones, parece que son escritos en contra del mismo autor. ...
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A Juan Manuel Portillo Tengo miedo. He pasado estos días trabajando exhaustivamente. Sin posibilidad de descansar, venir aqui, saben mis queridos lectores imaginarios, es descansar. Pues no había venido. Pero hoy es urgente. Decidí, cansada de tanta nadería, volver a leer a Fedor Dostoievsky; Dostoievsky que, como ustedes saben estuvo a punto de morir fusilado por publicar un diario clandestino pero se le otorgó el perdón a cambio de cumplir años de trabajos forzados en Siberia. Dostoievsky que en 26 días, para salir del paso, escribió una novela que cubriría parte de sus deudas: El Jugador. Que el único tiempo que tuvo para disfrutar la vida fue cuando cumplió cincuenta, porque alguien más se hizo cargo, epiléptico del cuerpo y del alma. Cuyo peor enemigo era él mismo. No sé cuántos de mis lectores imaginarios en este papel imaginario hayan pasado hambre, de la de verdad, no ese capricho que se levanta a molestarnos cuando la fila del restaurante favorito está muy larga. ...
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Esta frase fue acuñada en la frontera. De las frases más emblemáticas que la literatura fronteriza ha construido. Su creador, Francisco María Sagredo, un ciudadano de 69 años de edad, poco después fue acribillado a las puertas de su casa , junto al lejendario terreno que sirvió para abandonar 9 cadáveres cuyos crímenos, como el del creador de la frase, nunca se esclarecieron. De los pocos que atinaron con una sóla frase a decir algo.
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"En efecto, narrar la vida era la "Biografia imposible". Parece imposible, en efecto, narrar la vida de un hombre que no viajó, no ocupó cargos de poder, no protagonizó resonantes polémicas, no escribió ningún best-seller, no ganó premio alguno y que, en cierto momento de su vida, optó por la inmovilidad, la abstención, la invisibilidad..." Álbaro Abós sobre Macedonio Fernández.