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Mostrando entradas de abril, 2014
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He estado recitando algunos Dharanis para quebrarme por dentro. No encuentro otra forma de decirlo en español. No me refiero a rendirme en el camino (o sí). Quebrar todo obstáculo interior que se opone a la fuerza de la mente. No es lo mismo que soltar amarras. Porque uno suelta amarras de forma cálida y suave, ondeando felizmente el pañuelito de la despedida. Me refiero a quebrarme por dentro como cuando un edificio se derrumba. La estructura se cae. Lo que existía no se va, se derrumba, se convierte en otra cosa. Lo que era una ciudad puede volverse una nube de polvo. A ese tipo de derrumbe me refiero. Cuando hago este tipo de procesos no sé qué es lo que se va a quebrar. Canto los Dharanis por 41 días. Entre más días pasan más va tomando forma la caída. Las situaciones comienzan a doler, las ilusiones se vuelven nítidas, el mundo del ensueño comienza a manifestarse como una burla. El orgullo reacciona, pelea, resiste. Hoy me avisaron de Alemania que había recibido una beca pa
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Amo Los Angeles. No hay otra forma de definirlo. Esta ciudad me atrapó, completamente. Quizá no tanto por su condición de ciudad como por su capacidad para convertirse en un área rural en cualquier momento, en cualquier lugar. En esta ciudad el lugar nunca se apodera del espacio ¿saben a lo que me refiero? Tal vez no, porque sólo sucede en Los Angeles. En Los Angeles es evidente que la fuerza de la naturaleza empuja por encima de la metrópoli. Hoy es domingo, por ejemplo, las campanas de la iglesia italiana llegan hasta mi jardín, junto con el canto de los pájaros. ¿Quién pensaría que vivo a diez minutos del centro? Mis vecinas alimentan a sus plantas, y hablan con los árboles (en chino o en koreano, yo qué sé). El coleccionista de vochos se dedica a consentir a su familia. Todos dicen hola. Un Hola que no es citadino. Es el hola de los expatriados que, por encima de los avatares de la subsistencia se aferran a la paz del domingo. Una de mis vecinas padece de alguna enfermedad men
Oh, mi símbolo sexual pasó entre 1966 y 1967:
Jazz, comida italiana y amor pueden hacer la noche perfecta para mí (flores: la noche inolvidable). Esta noche fue así, de no ser porque comencé a notar que yo era feliz, mientras mis seres queridos difícilmente se veían a los ojos. Pedí un café con licor para cerrar la cena y decidí brindar: qué bien me siento, me siento feliz . Qué maravillosa es la felicidad ¿no es cierto? Todos me dieron un largo: siiiiiiii. Les platiqué mi idea de hacer una sesión de fotografía desnuda, para la portada de uno de mis libros. Antes de que "todo comience a ver al sur" les dije; algunos de ellos rieron. Uno es fotógrafo, así que le pregunté si él podía tomar las fotografía: por supuesto que no, busca a alguien más para ese privilegio . Bueno, de cierto modo yo conocía la respuesta desde que hice la pregunta, pero insistí: vestiré un kimono abierto, y estaré desnuda leyendo un libro en mi mesa de jardín. ¡mmmmmh! exclamó, pero no cuentes conmigo . Nos reímos, me da gusto ser yo, intentar
HAPPY!