He estado recitando algunos Dharanis para quebrarme por dentro. No encuentro otra forma de decirlo en español. No me refiero a rendirme en el camino (o sí). Quebrar todo obstáculo interior que se opone a la fuerza de la mente. No es lo mismo que soltar amarras. Porque uno suelta amarras de forma cálida y suave, ondeando felizmente el pañuelito de la despedida. Me refiero a quebrarme por dentro como cuando un edificio se derrumba. La estructura se cae. Lo que existía no se va, se derrumba, se convierte en otra cosa. Lo que era una ciudad puede volverse una nube de polvo. A ese tipo de derrumbe me refiero. Cuando hago este tipo de procesos no sé qué es lo que se va a quebrar. Canto los Dharanis por 41 días. Entre más días pasan más va tomando forma la caída. Las situaciones comienzan a doler, las ilusiones se vuelven nítidas, el mundo del ensueño comienza a manifestarse como una burla. El orgullo reacciona, pelea, resiste. Hoy me avisaron de Alemania que había recibido una beca para terminar de escribir uno de mis libros que, irónicamente, se titula "Estructura". Pero ya desde ayer mi corazón se estaba derrumbando. Ya desde ayer yo no tenía cabida en la ilusión. En la ilusión de las personas que más quiero. Desde ayer hablaba de proyectos, de cosas que convienen y que no convienen y por dentro escuchaba una voz que decía "no importa" y no sólo sabía que nada de lo que estaba discutiendo importaba: veía que nada de lo que estaba discutiendo importaba. Que en los hilos de lo que se tejía había motivos como "destacar" "tener la razón" "no quedar mal con los demás" "comenzar un proyecto y terminarlo con éxito". Y podía ver claramente cómo todos esos impulsos sí, funcionan, caminan, tienen energía y vida: son reales. Pero las intenciones no. Las intenciones detrás de los motivos eran cascarones cargados de necesidad. Necesidad de hacer las cosas bien, necesidad de ser notado como alguien creativo, necesidad de ser visto como alguien inteligente, necesidad de demostrar que hacemos bien al mundo. Ese tipo de necesidad se llama carencia: un hueco (no un espacio, sino la pura ilusión: el lugar donde la realidad se muere) ¿Cómo puede un proyecto movido por la carencia ayudar a quienes necesitan? fácil: todos los necesitados se entretienen, detenidos en su necesidad decorada con brillantes ideas. Entonces algo comenzó a derrumbarse. Un primer cimiento se cimbró. No es que lo sepa, es que lo veo, lo vivo. Vi cómo aparecía el polvo y el silencio de pequeñas piedras despeñándose se sumergía dentro de otra onda más grande de silencio. Nuestra atmósfera es más densa y más tangible de lo que regularmente percibimos. Ahora es como nadar en ella. Y cuando nado en ella nado en mí, porque mi mente no vive sólo dentro de mi cabeza; vive en cada derrumbe que percibo en los paisajes de la tierra, en cada voz que se transporta para que mi percepción la decodifique y la interprete. Yo estoy ahí, y aquí, y todavía me faltan por cantar otros 14 días.

d.