A Juan Manuel Portillo

Tengo miedo. He pasado estos días trabajando exhaustivamente. Sin posibilidad de descansar, venir aqui, saben mis queridos lectores imaginarios, es descansar. Pues no había venido. Pero hoy es urgente. Decidí, cansada de tanta nadería, volver a leer a Fedor Dostoievsky; Dostoievsky que, como ustedes saben estuvo a punto de morir fusilado por publicar un diario clandestino pero se le otorgó el perdón a cambio de cumplir años de trabajos forzados en Siberia. Dostoievsky que en 26 días, para salir del paso, escribió una novela que cubriría parte de sus deudas: El Jugador. Que el único tiempo que tuvo para disfrutar la vida fue cuando cumplió cincuenta, porque alguien más se hizo cargo, epiléptico del cuerpo y del alma. Cuyo peor enemigo era él mismo. No sé cuántos de mis lectores imaginarios en este papel imaginario hayan pasado hambre, de la de verdad, no ese capricho que se levanta a molestarnos cuando la fila del restaurante favorito está muy larga.  Estoy congelada por el miedo. En mi mesa tengo libros de Agamben, Arno Gruen, Cortazar, Onetti, Gardea, Viel Temperley, Victor Serge, Choygan Trungpa, Macedonio Fernández, Deleuze y Guauttari. Y no puedo evitar preguntarme ¿Qué no estamos viendo? ¿No estamos viendo? También tengo "Demonios" de Dostoievsky ¿no estamos viendo? ¿podríamos poner nuestro papelito escrito junto a Los Hermanos Karamazov? ¿Nuestras reflexiones u opiniones junto a los estudios del comportamiento humano que ha hecho Arno Gruen?  Nuestra constante lucha por tener la razón ¿podríamos ponerla sin sentir vergüenza junto Gilles Deleuze o Infancia e Historia de Giorgio Agamben? Entonces quiénes somos para celebrar que tal poeta ha llegado a viejo o que un amigo hace más ruido que otro con sus poemas experimentales, o que una descocada recibe un premio por el bien de la nación, mientras le colocan una corona como a cualquier descocada. ¿Cómo podemos llamarnos escritores desde nuestros cubículos, diciendo frío sin conocer el frío, diciendo hambre sin conocer el hambre? ¿Cómo podemos creer que la mente son sólo los tres primeros escalones -y un video-? Me rindo.
Me imagino lo que es el hambre, pero no la quiero, en efecto: hambre imaginaria