Esta mañana decidí no involucrarme en cuestiones domésticas y venir aquí. Las cuestiones domésticas me hipnotizan, cuando comienzo a enjuagar los platos entro en una especie de luz que me aísla de todo. No sé si será mi tendencia a la santidad o mi tendencia a la fantasía. La verdad es que desde hace meses un resentimiento incierto me ronda y no consigo calmarlo más que leyendo a Yoko Ogawa, distrayendo mi mente con exceso de trabajo o cocinando como una forma de meditación. Esta mañana esa especie de enojo, de insatisfacción me visitó antes de despertar. Lo acostumbrado sería levantarme, convencerme de que esto es pasajero y comenzar las actividades que me sumergen en esa especie de luz pacífica. Es una buena técnica. Pero hoy tengo tiempo, el barrio es silencioso hoy, así que abandoné la montaña de trastes que utilicé ayer en el fregadero de la cocina, molí café, activé la cafetera y regresé a escribir para enfrentarme con este odio, esta rabia. Es una rabia huérfana, por lo ta...
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