Murió Jaime Moreno Valenzuela, una persona muy querida para mí, con quien compartí años y de quien aprendí muchísimo. Todavía no sé bien a bien qué: a quererme, entre otras cosas, a tomar mi lugar sin esperar que otras personas me lo den (les guste o les disguste mi presencia). Ser libre y disfrutar libremente es cosa que me ha costado trabajo aprender. Pero me esfuerzo. Aprendí a cocinar bailando. A desayunar escuchando Zap Mama. A bajar el volumen de le película e inventar los diálogos. Pero también aprendí a decir no, a decir basta. A no conformarme. A cerrar una puerta detrás de mí y marcharme, sin remordimientos. A recordar sin dolor y a disfrutar de los recuerdos. Algo en mi corazón se abrió en la convivencia con Jaime y algo también se cerró en mi corazón cuando dejamos de vernos. Me fui transformando. Aprender junto a Jaime era vivir con el pie en acelerador. Yo tenía veintidós años, él treinta y siete. Aprendí a ser totalmente esa yo que yo era a esa edad, una...
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