Hay muchas maneras de contar esto que cuento. Todas lo hemos vivido y cualquiera puede contarlo. ¿Se dan cuenta? Yo vengo aquí hace veinte años, intento decirlo, siempre. Cuando comencé tenía diferentes páginas con diferentes personajes que contaban esto que cuento de maneras distintas, desde diferentes culturas y entornos. Me excedía en sus complejidades. No todo tiene explicación. Me perdía en intentar entender todo acerca de ellas, en esas páginas distintas y de hundirme en las particularidades que las sostenían. Coincidían en algo, se encontraban en un camino, como quien vive en el mismo barrio y se encuentra sin ser consciente en ciertas esquinas durante algún trayecto, una especie de sordidez o de miseria, que se yo. Inexplicable. Y ahí estaba yo, dandole vueltas a esos transcursos, de esas mujeres sin solución, enfrascadas en vidas miserables o sórdidas o ridículas. Algún día iré a asomarme a esas páginas, que continúan flotando en esto sin nadie que las alimente. Pero ahora, voy a lo inexplicable. Decía que buscaba en ese entonces entender o explicarme todo a mí misma. Todo lo que se iba construyendo en lo que escribía. Ahora no. Ahora sé que me llama una sombre en la pared donde se refleja una rajita de luz que deja pasar la cortina y se mueve mi mano mientras enrollo mi cabello sobre la coronilla…. Esa sombra refleja algo que sólo yo sé que es una mano, pero quedo mirándolo como queriendo asir lo que no se puede asir con la escritura. No se puede. Tal vez con otro medio sí, con el video port ejemplo, pero no sé. Quizá si intento asirlo pase igual que con estas páginas: se amontone en algún lugar donde a la larga dejo de saber qué era o para qué era. Ahora dejo pasar muchas cosas, muchos momentos, muchas estructuras que se van levantando dentro de mi cabeza. Me gustaría saber más que hacer con todo esto, ya que no escribo. Hacer algo que no sea escritura. Ya tengo un rollo de papel de rotafolio. Tal vez un día me animo y hago algo distinto ahí, algo más parecido a esa sombra que les contaba… porque no sé si les pase a ustedes (seguramente sí) pero cuando ese tipo de contraste de luz y movimiento me atrae, siento que estoy viendo una especia de puerta que lleva hacia algún lado. Es decir: la luz, la sombra y el movimiento no sólo son un transporte o un pasadizo sino tal vez un lugar y un tiempo más amplios. ¿Conocen el arte de Carmen Herrera? Me parece maravilloso, me enteré de ella hace poco y ma atrajo porque hace años en una venta de garaje compré un grabado en papel finísimo con patrones así, concretos. Después lo busco y veo quien lo firma porque es parecidísimo al trabajo de Carmen. Me encanta. La combinación café con negro me parece muy acogedora. Voy a servirme otra taza de café y regreso. Me preparé una taza de café con crema pumpkin spice. Últimamente cuando hago este tipo de cosas tan gringas me avergüenzo, antes no. Antes tenía más respeto por esta cultura y sus orígenes no me parecían tan despreciables. Hoy me siento tan culpable por este disfrute (aunque no tiene azúcar, es de almendra y también es orgánica) que me invade cierta frecuencia grave de tristeza, de malestar. En el primer sorbo el malestar desaparece, no se preocupen. No voy a culpar a mi pobre taza de café de todo lo que se decide a nivel global en las políticas del mundo. Tampoco me voy a culpar a mí: hago más de lo que puedo. Les decía de Carmen Herrera… qué hermoso su trabajo, no he investigado sus posturas políticas, pero confío. Indagaré después. Ahí ta: