Ayer, en el corcho de anuncios del edificio donde vivo, encontré colgada una pegatina que conmemora la existencia de Palestina. Quité la tachuela que la sostenía y la traje a casa. La pegué aquí, en esta máquina. Cubriendo el logo de esta máquina. No puede evitar sentir que no sirve de nada. Aunque encontrarla así, se vuelve en estos tiempos ya, como un código. Alguien tuvo que entrar al lobby del edificio y ponerla ahí. Es un trabajo de esténcil con spray sobre papel de etiqueta, algo abstracto. Lindo. Lo veo como si me comunicara con alguien muy querido a la distancia, y esa comunicación existiera sólo para mí. Tal vez eso es la esperanza. Hoy desperté recordando la frase que dice mi mamá: no se te cierra el mundo. (Mi mamá, atleta profesional, campeona nacional de atletismo, que ahora no puede levantarse por sí sola de la cama). Pues bueno, mi madre acierta en esa parte de mi personalidad (como acertó en sus decisiones y en su manera de vivir la vida, quieta, obedeciendo al amo, al patrón, y después a sus hijos). Quizá lo que ella no comprende es que el sufrimiento es algo que no vale la pena rodear y, a veces, hay que cerrar la puerta de esto voluntariamente. De ciertos mundos, quizá. Por más que uno quiera embellecer las cosas hay realidades que desarrollan tal cual este mundo va desarrollando. Las estructuras cambian de forma. Las sociedades también. Entre más las conozco no entiendo por qué les llaman comunidades. Pero sí. 

El jueves trabajé-celebré en el museo con una energía luminosa y ayer no pude levantarme anímicamente en todo el día. Quiero pensar que algo había en esa comida que un compañero me compartió y no era tan vegana como me dijo. Pero bueno, los organismos somos así: avanzamos y retrocedemos. Quizá también tenga que ver con que disminuí mi dósis de café, no sé. Mientras escribo esto estoy averiguando, esperando que la taza de café que preparé se entibie para darle el primer sorbo y… sí, definitivamente creo que era la falta de café… somos organismos tan frágiles. Pero en nuestra mente, en nuestra idea, creemos que ciertos lenguajes secretos se construyen y se fortalecen, como el de la pegatina. Puedo aceptar mi comodidad mientras tomo el café y el dolor de cabeza va esfumándose como si todo este tiempo se hubiera tratado de la hermosa e inesperada visita de la niebla. Pero aunque yo continúe circulando: abrazando a mi amor, sonriendo a mis amigas, trabajando; la realidad no me abandona. Y la realidad es que somos esclavos. Cómodos en esta parte del mundo, agonizando en otras. Gracias al veganismo no tomo pastillas para la presión, así que espero que con este café también desaparezca el ligero zumbido que escucho desde el jueves por la noche que regresé a mi casa. No se me cierra el mundo pero es bueno, de vez en vez cerrar la puerta por cuenta propia. Porque no alcanzo a ver los hilos que dirigen la matanza. Se que es una sola y está por todas partes. Me gustaría sólo escribir cosas lindas y enviar postales a los amigos que están lejos. Así que eso haré. 



Qué hermosa esta, que me envió Sesshu.