En estos tiempos es fácil decidir, lo que no es fácil es actuar de acuerdo a lo que se decide. Es decir, es simple comprender los mecaniamos capitalistas que están destrozándonos el corazón y el mundo,. pero es muy difícil en nuestro día-día resistir a las comodidades que el capitalismo significa. Estudio e investigo muchas cosas, entre ellas las dinámicas que producen la sanación en nuestro cuerpo vinculadas a circunstancias emocionales y mentales (asunto bastante new age, dirán algunos, pero que en la práctica consiste llanamente en conocer nuestro poder y aplicarlo científicamente to-dos-los-dí-as: yo he sido una mujer enferma, enferma por la persecución) pero no es que haya cambiado de tema de tajo, como suelo hacerlo, es que hablaba de la resistencia y, cuando estudiamos los canales energéticos del cuerpo humano ligados al sistema nervioso, sabemos que es la resistencia lo que produce el bloqueo y es el bloqueo lo que se convierte en enfermedad. Para desbloquear los canales energéticos del cuerpo uso una técnica de movimiento creada en china, llamada Chi Kung. Resistirse a las circunstancias de la vida significa entonces enfermar. Es decir: la resistencia como negación: me resisto a aceptar tal o cual circunstancia (emocional, mental, física), no es sino a través de la aceptación que comenzamos a fluir. Aceptar no significa continuar en la misma situación, sino permitir que el proceso que esa situación activó en nuestras emociones, en nuestro pensamiento y que repercuten en nuestra salud física pueda suceder y nosotros podamos transformar nuestras circunstancias. Ah, la medicina complementaria! (me gusta poner un sólo signo de admiración, para mí significa un suspiro) es fabulosa para reducir el consumo de antidepresivos, por ejemplo. La medicina complementaria es esa otra clase de resistencia, no esa resistencia que surge como negación y construye enfermedades, sino esa otra a la que Foucault se refería como un elemento de la creación. Me resisto a seguir ese camino y entonces utilizo toda mi creatividad para sobrevivir a las circunstancias que se vuelven adversas, porque muchas veces el mundo de la medicina es un poder impuesto en casos de salud mental: es más sencillo preescribir medicamento para "déficit de atención" y que un niño esté quieto todo el día, que responder al problema de salud en que se han convertido los niños inquietos en Estados Unidos y que rebasa la capacidad de los Sistemas de Educación Pública para atenderlos. Si ustedes son de mis lectores privilegiados que estudiaron en colegios ultra-capacitados para generar ciudadanos brillantes que hablan más de tres idiomas y que, a su vez, han heredado el éxito y sus hijos viven la misma dulce y confortable historia para después echarle una vista al mundo desde su noble corazón y decir ¿es que no entiendo nada?! seguramente toman valium por entretenimiento y probablemente desconocen las prescripciones obligatorias en las escuelas de nosotros los pobres. Resisistir entonces es buscar otros caminos, y buscar otros caminos es duro... a mí me han ayudado hermosos maestros de la resistencia, como Eduardo Milán. Cuando tenía yo como 18 o 19 años leí su libro Resistir. Insistencias sobre el presente poético y su comentario acerca de la percepción del dinero elevado al nivel de Dios me hizo reaccionar. Ya resistía desde antes, porque tuve un padre que me educó para resistir las tentaciones del capital. Un padre en cargos de Jefatura, con educación militar, que andaba armado todo el tiempo, acostumbrado a tratar con empresarios que intentaban desde su superioridad económica evadir impuestos. Un padre que, siendo funcionario mantuvo a 5 hijos en escuelas de Educación Pública a fin de cuentas dueño de nada, salvo de su integridad. Resistió. Me enseñó a resistir, aunque nunca pude aprender a usar una pistola. No sé desde cuando, mi padre me hizo ver muy claramente que el dinero es un anzuelo del que muy rara vez se escapa. Nunca acumuló: nos dio todo. Mi objetivo tampoco es acumular. La vida se vive mejor sin la presión de acumular. No me interesa acumular premios, ni acumular libros, ni acumular riqueza, ni acumular conocimiento. Acumular termina bloqueando el flujo consciente de la vida. Un río debería de ser la vida. Un río con la cara limpia, con vestimenta holgada, con los pies contentos. Es ridículo pensarlo ¿verdad? Tomando en cuenta que quienes resistimos tenemos la experiencia de las violencias más voraces y sentimos muy de cerca cómo la respiración del exterminio mientras nos selecciona. Son tiempos peligrosos, por eso no podemos andarnos con cuentos. No podemos decir que nos interesa la justicia mientras alimentamos y nos alimentamos a y de sistemas asesinos. No podemos decir que nuestra traducción es justa, mientras publicamos y difundimos a los representantes de las políticas de exterminio. No podemos decir que queremos un mundo mejor si lo que necesitamos es "ser los mejores" y todos los días lo que hacemos es acumular: acumular autores, acumular las amistades correctas, acumular eventos, acumular viajes y conferencias. No podemos decir que resistimos sin resistir. Esa resistencia es inútil y enferma.