Sigo muy cansada, oigan. No mentalmente o emocionalmente: físicamente. Creo que, una de dos: o ya no puedo viajar tanto como lo he hecho últimamente; o necesito acostumbrarme al ritmo de estos viajes y ya está. Pues ya está. Creo que me voy a decidir por lo segundo. No sólo aterricé hace un mes y todavía no siento que he aterrizado, sigo usando la ropa que tengo en las maletas. Qué curioso, cuando escribí desde un rostro inmutable, sentí cómo creció en mi mente un emoticón riéndose hasta las lágrimas. Eso es la vida. Ya no expreso vida desde mi rostro. Tal vez es eso. Todo sucede dentro, como códigos para formar stickers que no llegan a la superficie, sino que buscan un botón para transmitir con los dedos. Hace tanto que no te veo, que cuando nos volvamos a encontrar, tal vez ya no sepa cómo relacionarme sin una computadora de por medio. Qué tiempos. Tiempos de verdadero cansancio, supongo, pero al mismo tiempo, tiempos de mucha creación. Vivir anclada a un ordenador me permite conectar más profundamente hacia adentro, hacia el libro que escribo. Ja. Como si escribir un libro fuera algo importante, eh. Iba a decir que es importante para mí, pero estaría mintiendo. Me importan muy pocas cosas, mi libertad, por ejemplo. Los libros los hago como mi más cercana preferencia pero, por ejemplo, si acaso uno de mis libros se perdiera en los archivos electrónicos incontables de este aparato, no me atormentaría. Hay varios que ni siquiera he perdido, sólo los escribí y los olvidé aquí, entre tanto folder y tanto proyecto. Me importaría verte. Pero en realidad tampoco sé bien a bien quién eres, y cuando estamos juntos nunca sé que está pasando. Tampoco es que tenga que saber. No tengo que saber. Ya cuando estamos juntos no tengo necesidad de saber. No tengo necesidad de nada. Es en momentos así, en que me enfermo de un cansancio tan profundo que comienzo a preguntarme quién coño eres y qué hago contigo y todas esas cosas. Tampoco es que quiera más tiempo cerca de ti. ¿Por qué te estoy escribiendo aquí una carta? Meh. No importa. Lo que siento tampoco importa. Ni siquiera es verdad. Es un emoticón que se abre en mi mente, con la intención de trasladarse a ti. No podría decir siquiera que lo que siento es una búsqueda. Pura cobardía.