Hace un par de días, asesinaron en México (mi ex-país) a mi primo Esteban. Estébin, le decíamos. Estébin era como mi hermano. Un brazo armado lo emboscó y lo acribilló. Intentó correr. Lo destrozaron. Nos destrozaron. Yo sé que somos una generación que comienza a estar vieja. Una generación medio inútil, por ejemplo Estébin, amaba las artes marciales, los animales y nadar en el río. El turismo de riesgo, que le llaman ahora. Me cuesta trabajo comprender lo que pasó, como a miles de familias mexicanas les pasa diariamente.
Hace algunos días impartí un curso sobre la importancia de la memoria para la sabiduría indígena. La memoria es lo que "mantiene en pie" la realidad, esta realidad, frente a nuestros ojos. Aquí, en el presente, en este momento que inmediatamente se derrumba e inmediatamente levanta otro instante; eso lo saben muy bien los creadores de esta dimensión conocida como inter-net.
Si todo es un sueño y cada instante se derrumba, porque sólo podemos vivir en el presente ¿qué es lo que se mantiene en pie? ¿qué es el Tlaticpac?: la experiencia colocada en nosotros a través de la memoria. Pura sabiduría. De la misma forma el Mictlán (el inframundo -lo que deacae-) y el Tlaticpac (lo que está sobre la tierra -lo que se mantiene en pie-) no existen uno sin el otro.
Y ahí voy. Estébin es una experiencia profunda en mi memoria, no existía su experiencia de vida sin la memoria de nuestras vacaciones en la infancia: no digo que vivía recordándome con añoranza, no. Sencillamente la memoria de lo que soy era parte de la codificación para entender la realidad: su experiencia. Estébin era parte de mi código para entender la realidad. No hay manera que sea destrozada esa experiencia. No hay manera que olvide la curiosidad siempre brillante en sus ojos, era una curiosidad infinita! Esa curiosidad está en mí, en mi familia entera, en todos los que tuvimos una experiencia íntima con él. ¿Qué mayor experiencia íntima que compartir la curiosidad de la infancia, la adolescencia y la juventud?
Este post no es romántico: destrozaron el cuerpo de mi primo Estébin, literalmente. Lo dejaron tirado en medio de la calle, como si se tratara de una cosa y no, de lo que yo conozco. Las "autoridades" tuvieron que acordonar la zona y llegaron los asquerosos militares, junto a los asquerosos peritos a simular que protegían e investigaban algo. Investigaban que nos dieron en el corazón, a mí y a toda mi familia. Nos recordaron lo frágiles que somos frente a la invasión que sucede en México y Centroamérica, y crece ya hacia América del Sur. Pero vamos a permanecer. A estas alturas el cuerpo es lo de menos, y les explico porqué ustedes, tarde o temprano, se van a extinguir de una tos, rodeados de comodidad y guardaespaldas:
Nosotros somos una raza que sabe que la experiencia y la memoria no son cualquier cosa, son un pilar, "lo que se mantiene en pie" el Tlaticpac, ese pilar es indestructible. No nos han vaciado, ni podrán vaciarnos, el significado del mundo. Un corazón no es sólo un corazón, es movimiento eterno. Esta realidad no sólo es esta realidad, es la vida y la muerte constante. Natural o no. Es simple:
Aunque nuestros cuerpos caigan, nosotros vamos a permanecer (como siempre, como ante tantas otras invasiones y genocidios).