"Hay tardes que no regresan nunca." Jesús Gardea.

La frase del epígrafe me parece tan nostálgica, aparece en un cuento de Gardea del libro "Donde el gimnasta". El cuento describe a un hombre que pasa la vida esperando a la misma hora, en el mismo lugar, a una muchacha que sólo vio una vez. Su amigo, cansado de contemplar su esperanza cotidiana, le dice "hay tarde que no regresan nunca". Tal vez, para el protagonista de este cuento había una tarde que regresaba siempre: la tarde en la que vio por única vez a esa muchacha que deseaba volver a encontrar. Esa tarde se repetía en su pensamiento. La repetición, la reproducción, el proceso de copia es el vehículo por donde se traslada la realidad hasta nuestra percepción. Quiero decir: la creación. Comienza en nuestro pensamiento hasta que, de alguna manera se manifiesta de forma tangible, fuera de nuestro pensamiento. Lo hemos creado. Como un libro, como una circunstancia. A mi pensamiento regresan muchas tardes y me llaman desde algunos libros. Los libros siempre serán las otras dimensiones para mí. La escritura era la otra dimensión hace no mucho tiempo. Ahora es esto: códigos que alimentan una dimensión infinita que, a final de cuentas, desemboca alimentando la guerra. Anywho.