El año pasado tenía miedo de dejar de quererte. Eso, como todo, pasó (me refiero al miedo, no al quererte). Después de estudiar intensamente con mi Guru siempre sucede algo. Me rondan ciertas ideas que anuncian ciertas experiencias. Había estado pensando mucho el año pasado sobre el concepto de "red distribuida" que se utiliza para definir la manera en la que internet y las comunicaciones se dispersan y se expanden como si se tratara de un organismo vivo; pensé mucho también en la comparación de estas estructuras de comunicación con la estructura de pensamiento y con la estructura molecular pero, durante el trabajo intensivo con mi Guru surgió un concepto que hizo "click" con lo que venía pensando este año, aunado a los procesos de reproducción: la entropía. Había estudiado la entropía de manera filosófica ligada al orden y al desorden de las cosas, estos días, esa parte de la física fue la clave para definir un proceso que me interesaba averiguar: el proceso por el cual la realidad se manifiesta frente a nosotros tal y como es. Celebré, por su puesto, este nuevo giro que ha tomado mi investigación, una investigación por demás poética (debo aclarar); ahora estudio entropía y dinámica. Pero esas son mis obsesiones, lo que tengo a la mano. Lo que puedo alcanzar desde mi comodidad, mientras la luz invade la sala , placentera y espero a Juan Manuel para salir a un té, en nuestro intento presuroso de pasar tiempo juntos porque ha visitado esta frontera como flash. En realidad me ha entrado un deseo enorme de desaparecer. No por cuestiones depresivas, o pesos existenciales. Sino por una necesidad de libertad. La libertad, ha sido para mí una lucha emocional estos últimos años. Decidir no establecer relaciones sentimentales convencionales en nombre de la libertad, se vuelve una tarea más difícil año con año; las personas de mi edad se cansan de la sexualidad activa (la consideran un deporte extremo), quieren acurrucarse, ver televisión, dormir y todo eso está bien pero tal vez yo soy tremenda egoísta. Pero decía que la libertad ha sido mi tema estos años, entre menos pertenencias más libre me siento. Lo que ha comenzado a darme vueltas en el pensamiento es la cuestión de la identidad, he comenzado a sentir que vivo atada a mi identidad, incluso aunque me haya cambiado el nombre. Vivo a atada a lo que "creo" que soy. Creo que soy una obsesiva compulsiva: vivo en torno a esa creencia todas mis mañanas; creo que me son indispensables, por ejemplo, mis horas "de pensar". Creo que te amo: vivo en torno a ese amor todo el día; creo que me es indispensable lanzar esa cuerda a la distancia para sentir que toco algo de la mente que amo. También creo que soy congruente: vivo en torno a mi congruencia, sosteniendo una estructura congruente todos los días, con sus creaciones y sus levantamientos, con las convivencias comunitarias and so on. Lo indispensable es en mí más un sistema de creencias, que una realidad. En realidad lo único indispensable para mí es alimentarme, dormir, despertar, respirar. ¿Me explico? esa forma de sostener una identidad, mis libros, mis pensamientos, la observo y cada día me parece más una limitación que una zona de avance o de crecimiento. Meh. Whatever, Anywho.
Así que, cuando digo que me gustaría desaparecer, me refiero a que me gustaría ser libre de mi sistema de creencias, no tener uno. Sólo vivir. Comenzar a caminar y ver lo que hay en el camino. Sin ser esto o aquello. Libre, supongo.
Cuando era una adolescente no me había entendido a mí misma al grado de observarme como si lo que observo fueran las características de alguien más, por eso: abría la puerta, salía a la calle alguien me saludaba sin conocerme, platicábamos y nos echábamos a andar. Todo era fascinante porque yo estaba experimentando, por primera vez, lo que había afuera: personas, libros, calles, bares, muchachos... Ahora, en cambio, tomo un avión, me transporto a otro continente, desembarco y aparezco ahí, del otro lado, como una escritora, con todo lo que creo que soy... y observo a través de ese lente: observando y sosteniendo lo que soy... a cada paso... ¿por qué? ¿sólo porque he escrito unos cuantos libros y unas cuantas personas en otros continentes los han leído y esas cuantas personas añaden a su sistema de creencias eso que creen que soy? Y yo, aparezco ahí y sostengo lo que creo que soy, mientras hablamos de lo que creo que escribí, de lo que creo que investigo, de lo que creo que pienso y de lo que creo que creo.
A veces la realidad me parece una broma.
A veces la realidad me parece una broma.