¿Cuántas veces he pensado que uno no es únicamente una sóla cosa, una sóla profesión, un sólo transcurso? ¿Cuántas veces he sentido la fuerza de ser lo que me pase por la mente: un animal, una escritora, una flor, un dibujo, un canto? Ayer tuve una crisis, últimamente llamo crisis a los momentos que predigo, a los momentos que ya veía venir y no quería aceptar que llegarían. Gajes de mi nueva percepción supongo porque, me gusta vivir en un tiempo constante, no en un tiempo que se corta y recomienza, y regresa para tomar impulso y recapitula; sino en un tiempo continuo. Por eso, cuando tengo la sensación de que algo se está repitiendo, algo de tiempo se está repitiendo me desestabilizo. Y vaya, repentinamente cierta urgencia de escribir, cierta necesidad de cerrar la puerta y las cortinas de casa y comenzar un libro nuevo me susurró de forma casi imperceptible: otra vez estamos en octubre ¡otra vez! pensé. Como si me encontrara en la misma esquina con la misma persona y el tiempo no hubiera pasado, como si -realmente- algo regresara. Pero el tiempo no es así, el tiempo nunca vuelve, uno retrocede en la memoria, uno llama a la memoria, el tiempo sigue su curso. O podría decirse: el tiempo sólo está, es nuestra memoria la que va y viene. Esa sensación de que los momentos vuelven me provoca una ansiedad tremenda. Busco las zapatillas y me voy a correr, Cambio los paisajes, regreso a casa por caminos distintos y, a veces, me niego a regresar. Coincide con estas fechas, que tengo que ser lo que soy ¿y qué soy? más bien, tengo que ser lo que los demás creen que soy, lo que otros interpretan de mí y, reconozco, no es una interpretación caprichosa: publico libros, tengo un blog, alimento una cuenta de twitter, estructuro performances, fundé una organización a favor de la educación libre, mi casa es comunitaria, etc. Es este momento del año en que siento que no soy eso que otros creen que soy, es ese momento del año en que quisiera ser algo más. Algo distinto. Y soy algo distinto, soy muchas cosas. Hace sólo unas cuántas horas me estaba preguntando ¿por qué tengo que continuar siendo lo que satisface a otros? y a mí ¿qué me satisface?
Yo podría vivir dentro de cualquier disco de Telonious Monk, por ejemplo; pero no puedo ser mi propia fuente de jazz, no soy músico. También, con los ojos cerrados podría vivir dentro de la meditación japonesa de 9 estados, que se llama Kuji In. Me produce una paz increíble, me transporta, me transforma, me despoja de mi propia forma y a la vez abraza mi forma, borra mi identidad, me coloca en un lugar estable y tranquilo: un lago.
Entonces comprendí ¡comprendí! No tengo que ser, más que lo que soy y ya está. Soy esto: el mundo, lo tangible vinculado con todo, perdiendo y retomando su forma; infinita, envuelta en fuego y vibración, manifestando, creando y aceptando permanecer de forma simple; sin complicaciones: así.
Octubre nunca es el mismo.