No tengo tiempo. Cuando no tengo tiempo es cuando más necesidad tengo de estar aquí. No sé en qué momento llegó el jueves. A veces, parece, que todo lo que soy se resuelve aquí, en esta página. Así es como se forman mis pensamientos negativos. Comienzo a creer que todo lo que hago está mal. Incluso, venir aquí. A jugar a esto. A esto que parece que es mi vida. Cuando en realidad, esto no es ni la décima parte de lo que vivo ni el setenta por ciento de una realidad. Me sirve. O me ha servido, sí, para zafarme (ah, zafarme, nunca había escrito antes esa palabra) para zafarme de cierta opresión que siento a veces. Sobre todo cuando tengo el tiempo encima. ¿En qué momento esto se volvió el jueves? Tengo una maleta que no he desempacado. Un árbol navideño que no he devuelto a su caja. Una biblioteca que es una montaña de papeles. Yo recuerdo que fue el lunes cuando el tiempo comenzó a perseguirme, el martes cuando dije "me rindo" y comencé a observar mis obsesiones. Obsesiones de años. Decidí cortar con algunas de ellas: el desarrollo de la política y las intervenciones en Latinoamérica, los indígenas presos en todo el continente y las causas que defienden, el transcurso de los refugiados y las fronteras que se han ido cerrando para ellos, West Bank en Palestina; los condicionamientos y los sistemas inductivos en la educación pública, etc. Un sólo día sin monitorear esos temas y bum! me sentí vacía. La primera opción fue entonces venir a escribir aquí, y también me detuve. ¡Basta! ¿Por qué todo hay que escribirlo, documentarlo, contarlo? Pero además es todo como yo lo percibo, todo como yo lo documento, todo como yo lo enumero. Todo tiene que ser a mi manera. Entonces dejé pasar la visita a esta blog, porque seguramente hubiera entrado a escribir sobre la estrategia invasiva que se instala en Sudamérica tomando Argentina como base de operaciones. No, no vine a escribir de eso. Vine a escribir lo que se siente estar absolutamente vacío inconscientemente, con el "tiempo" colmado de cosas por hacer. Vacío sin querer ver hacia el vacío. Me asomé: nada. Me invadió la ansiedad. Pensé en romper el cristal y sacar algo de emergencia para dormir. ¡No! Todo sería peor, tengo eventos todo el fin de semana. Me dormí y en el centro del sueño se levantó el pánico. "Nada de lo que he hecho existe. Nada de lo que soy existe. Todo lo que está aquí no es real. Esto que me rodea no es real". Entonces me levanté a escribir. Mejor que tomar algo para dormir, supongo. Y no. Esta no es la historia de mi vida y aquí no hablo de mí. Parece, sí. Parece que hablo de mí, que doy opiniones y, a veces, incluso, parece que alguien más piensa por mí, pero no. Yo no tengo siquiera la certeza de que existo; no sé a ciencia cierta si lo que vivo es real, si a lo que dedico mis pensamiento es realmente "algo" o nada. No sé si estoy aquí o en una nube de un cielo que intento traducir, sin esperanzas. No sé si todo lo que me hace llorar es el golpe del odio al que me abro, o si es todo lo que he visto, de tantas formas, tantas que a veces ya no sé, ya no sé tampoco si lo he visto. Estoy pesimista hoy pero no me hagan caso, acuérdense que cuando esto aparece en mi blog yo ya no estoy aquí, en este tiempo. Ya estoy en otro sitio buscando frambuesas para el desayuno... oh! wait ¿esa es otra obsesión?).