Es marzo. Comencé con un mal humor un tanto insólito, pero justificado. Me siento irresponsable, cansada, fuera de esta realidad, huyéndole a esta realidad. Hace dos años comencé marzo construyendo un jardín, viajando El Paso-Houston-Los Angeles. Esta vez comencé marzo cancelando un viaje, discutiendo por el préstamo de un edificio para nuestra escuela libre, pensando que lo único que quiero es una heladera social. Me escuché decir "consigue ese edificio, haz tu trabajo; yo hago mi trabajo: todos contentos". ¿Qué necesidad hay de que nuestra presión presione a los demás? ¿Es uno un héroe que canaliza el dolor y lo transforma en alguna buena obra ¿Quién creo que soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? Me replanteo todo. Para colmo, comienzo a procrastinar. Alaaaargo la escritura de los "proyectos" me resisto con uñas y dientes al presente. Estoy insoportable. Y, después de todo, tocan a la puerta, la confianza de mis amigas me habla de una persona que en este momento siento que no soy: platican conmigo, me piden sugerencias, me cuentan cosas importantes de sus vidas mientras pienso que no soy precisamente la persona indicada para dar consejo o dar refugio. Quisiera ser alguien que todavía no nace, estar ahí, cómodamente, incrustada en el cuerpo de mi mamá. ¿Hay algún deseo más irresponsable que el deseo de regresar a la comodidad de una pancita materna? Pues sí. Quisiera regresar, y volver a nacer sabiendo que a la familia sólo hay que seguirle la corriente, que no hay que ser necesariamente uno mismo, sino simular que uno es quienes ellos esperan que uno sea. ¿Ven? ¿Ven mi negatividad? ¡Cuántas veces he considerado un triunfo poder mostrarme tal y como soy ¡sin miedo! Y ahora, la presión me deprime. No me gusta acelerar ni provocar la aceleración de los otros. Otra vez no entiendo quién soy. ¿A dónde va esta escuela? Genero vínculos que al final construyen mi camino también. No soy yo sola, caminando. Hay otras personas que se han adherido a esto que soy y yo me he adherido a lo que son ellas. Me fascina encontrarme en otras identidades y romper mi propia identidad; y que nuestras identidades se identifiquen, generalmente por tratarse de grupos sociales empujando por la supervivencia ¿Cómo me iba yo a identificar con los artistas que beben champán en mansiones con vista a la bahía? Beber ahí, en esas casas de diseñador en Mulholland drive o en San Francisco, me parece violento. En esos lugares es donde la belleza se transforma. Las mansiones en este país representan violencia ¿Cómo puede un escritor vivir en una mansión? y no sólo eso: convocar a su mansión a beber y contemplar la "paz" de la bahía. Es lo mismo que estar parado en un charco de sangre comiendo frambuesas y recitando poemas a la luna. Me gusta la buena vida, sí. La buena vida no puede estar ligada al contraste del hambre de los otros. En fin, a lo que iba. Estoy cansada. A eso voy. Esto sucede siempre que tengo el tiempo encima. Empujo la realidad hacia la aproximación de mis propios diseños mentales y presiono a otros también. Me escuché decir "haz tu trabajo, yo hago el mío" ¡¿Qué fue eso?!