De Bagatela Press

Nunca he escrito un libro fuera de la frontera. Nunca. Escribí varios libros en Juárez (como 6), después escribí otros tantos en El Paso, en pequeña estancia de tres meses. Luego fui a vivir a California y ahí nació un libro infinito que no sé si algún día voy a publicar, titulado Estructura, cuyos fragmentos sin cuajar se han publicado en Alemania, En este año que llevo acá he escrito otros tres libross. Algunos escritores vibramos con esta frontera. No seríamos nada sin esta especie de fuente oscura de los sentidos. Ayer me visitó en casa Bernardo Jáuregui, narrador y editor de Bagatela Press. Me gusta Bagatela Press por la forma desinteresada de manifestar su belleza. Por el esfuerzo que sé que Bernardo pone en cada libro, por la atención al libro como objeto y el diseño editorial. No concuerdo en el criterio editorial de Bernardo, pero lo entiendo. Es un criterio, pienso yo, documental, histórico. Un registro de autores y de obras que de otra forma pasarían desapercibidos, celebrados en publicaciones que agregan universalidad, a través de la percepción de su diseñador-editor-impresor. Así llegó a mis manos Trenes para Demoler un Río, de Edgar Rincón. Es difícil leer poesía cuando la personalidad de un autor es tan latente y reveladora. Edgar es un amigo difícil incluso para sus amigos. Y esa dificultad del alma está trasladada en este libro. A Edgar no le interesa el rigor formal o el experimento fonético o lingüístico, a Edgar le interesa decir. Decir lo que, quizá, no diría en una plática. Esa percepción amarga y terrible de quien ha crecido en medio de la guerra. No la guerra contra el narco-tráfico (¿quién a estas alturas cree en ella?). Sino la guerra del alma que enfrenta la miseria que se abre en cada esquina de una ciudad sin esperanzas. La guerra del que quiere volver a "otros tiempos". La guerra del que se juzga a sí mismo por participar en la guerra. Hay una densidad terrible y romántica en lo que Edgar dice, hay calles con las que me conecto porque las recorrí, vitrinas que yo también fui a ver, imágenes que se repiten también en mi memoria; de forma distinta quizá, desde abismos distintos. Trenes para Demoler un Río convoca el lugar que "aparece" a través de un decir. Un decir que es lugar ¿no es lindo eso?. Les copio aquí un poema:

Mejía y Francisco Villa

En la parte baja de ese edificio le digo a Vera
había dos grandes ventanas y tras ellas
una galería de cuerpos disponibles
en invierno era lo más parecido a un mostrador de carnes
podías verlas temblando frotándose las manos
encendiendo un cigarro ancladas en la ilusión de procurarse el calor
---vamos a ver a las putas--- decía uno de nosotros
y eso era todo lo que hacíamos
           verlas y señalarlas con un dedo
nos quedábamos ahí riéndonos
           con la intención de lastimarlas a todas
a los 20 años sin darte cuenta
ya eres más triste que un animal enfermo

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