Image courtesy (for Entropy) of Kenyatta A.C. Hinkle and Jenkins Johnson Gallery
Mumbo Jumbo, 2011 India ink and Wite Out correction fluid on acid free recycled paper, 8.5 x 11


Hay temas que me apasionan, uno de esos temas es la percepción de cualquier tema que toque Fred Moten. He escuchado críticas a Perloff desde hace años, y a Goldsmith también (si no los conocen qué bueno), críticas que celebro aunque, algunas veces, provengan de gringos inconscientes de su propio deseo de pertenecer al mundo que critican o que "desprecian"; porque aunque se ha activado el motor de la reflexión en ellos, reflexionan sin un verdadero cambio de percepción del mundo, es decir, reflexionan desde su mundo blanco (en México, diría que los clasistas reflexionan desde su mundo criollo, por ejemplo, siendo alumnos orgullosos de personas como Marjorie Perloff --sí, Perloff le debe su fortuna, en parte, a algunos mexicanos que desprecia). Un mundo donde el "Yo" está por encima de todo. No confío un centímetro en ningún gringo, debo decir, aunque me alegra que, unos pocos comiencen a abrir bien los ojos. Leí esta mañana este artículo de Fred Moten y me pareció absoluto ¿Para qué queremos nosotros habitar ese mundo -el mundo blanco, o el mundo de la poesía institucional, o el mundo criollo, o el mundo clasista? Quedarse sería reproducir los comportamientos que ellos han creado, es decir, usar una estructura que genera lo mismo que criticamos. Tenemos el poder, y lo hemos hecho ya, de crear nuestro propio mundo. Mi versión en español puede tener errores, pero pueden consultar el link con el original haciendo click en el título. El texto original es de una expansión hermosa, amorosa.
por Fred Moten
Me salí de Facebook mucho antes de que Kennth "Solid" Goldsmith decidiera encontrar algo que re-decir acerca de la forma muerta en que siempre hemos vivido. Si tan sólo alguien le hubiera susurrado al oído: si no encuentras algo bueno que re-decir entonces no re-digas nada. De todos modos, la última cosa que le hubiera preguntando, en Facebook o en cualquier otra parte, es "¿Qué mierda estás haciendo?" Sé qué mierda está haciendo. Desafortunadamente, como asunto de vida o muerte, tengo que enterarme de esa clase de cosas. Es parte de lo que tienes que hacer para sobrevivir al ancestral y presente continuo tratando de borrar nuestra ancestral y continua presencia. Pero, porque él no tiene que saber qué mierda está haciendo, me estaba preguntando sí sabía, o si le importaba. Con el paso del tiempo la respuesta ha quedado clara. Mientras, buscamos un preponderante común donde respirar, que se corresponda con la preponderancia común en la que respiramos. Esta aspiración sub-respiracional es el portafolio de Juliana Spahr. Es un objeto esencial de deseo y crítica. 
Respiro cierto aire que respira Marjorie Perloff también. Me gusta cierta poesía que también le gusta a Marjorie Perloff; al mismo tiempo, no nos gustamos el uno al otro, aunque no nos conocemos; al mismo tiempo, aunque no la conozca, sé muchísimo acerca de ella. De hecho, yo se muchísimo más a cerca de ella de lo que ella sabe acerca de mí o de ella misma. Es una función de nuestra educación. Tengo que aprender acerca de ella y de muchas de las cosas que han sucedido y que continúan sucediendo para que ella exista. Ella nunca había sido tan obligadamente, una condición que induce no sólo ignorancia sino sangre fría. Y ahora, quiere dejar el mundo de la poesía porque piensa que nosotros lo hemos allanado, trayendo toda una discusión escandalosa, indecorosa y repugnante ---autos estacionados frente al jardín; el despreciable aroma de la preciada clase baja flotando sobre el manicure universal y sus conceptos entubados. Pero este es su mundo; ella no puede irse. Ella lo planeó, así que ella puede quedárselo. Ella tiene que quedárselo. No puede retirarse ---o, para ser más precisos,  no puede ¡tragarse sus pinches palabras por un minuto y sentir!--- si su vida depende de ello. De hecho, su vida ---en la que la abstracción inmaterial y brutal que ella asume como derecho absoluto para negarse a asumir lo mismo por un negro, asustado y grande Michael Brown--- depende de que ella continúe hablando, incluso si es sólo para su círculo de estirados, incluso si de todo lo que ella y ellos pueden hablar es acerca de su (y sus) derecho de hablar. Profundamente todavía, tristemente, miserablemente, Marjorie Perloff reclama su "judeidad" de manera que le permita hablar de la "blanquedad", ejerciendo su derecho a decir cualquier horripilante mierda antisemita que quiera de manera que le permita ejercer su derecho a decir cualquier horripilante mierda anti-negra que quiera. Hay algo típicamente doloroso y vergonzoso acerca de esta violencia y odio dirigidos a la víctima, que se anuncia como un tipo de claridad de visión anti-romantizada en lugar de la romantización subrepticia del victimario, una suciedad (ser)vil que toma la forma de una teología perdida e impensada de la fortaleza. Quizá esto es lo que es amar el (poesía) mundo como es: un rechazo posesivo, una insensibilidad anti-intelectual insistente en la valuación y la separación, una negativa imperial a sentir que constituye la trágica y absoluta reducción de lo que somos y de lo que se supone debemos ser.
Para hablar, como sea oblicuamente, de los actos de Marjorie Perloff es hablar incluso de su des-hacer. Debe ser que ya no existe más Marjorie Perloff como persona. Quizás Marjorie Perloff es sólo un concepto. Se requiere una investigación posterior. Por ahora, digamos, con la mayor exactitud posible, que hay una susceptibilidad sobornable en semejante amor no correspondido al (poesía) mundo en el que finalmente disfrutamos asignar el nombre Marjorie Perloff.  No es que Marjorie Perloff deba dejar el mundo de la poesía; nosotros tenemos que irnos, una condición de la que nos sentimos orgullosos y gozosos. Marjorie Perloff encaja íntimamente con la distinción entre la violación y el rechazo del buen gusto. Marjorie Perloff tiene mal gusto. Marjorie Perloff está en el mal gusto. Por otra parte (en la otra mano) ---la mano que permanentemente vuela más allá del manubrio, apresurándose fuera del cuerpo y fuera de este mundo--- cantamos la tierra con sabor: polvo en nuestras bocas, agua en nuestros pulmones, sangre en nuestros ojos, manos en nuestras manos. Marjorie Perloff, te hemos estado estudiando por mucho tiempo para ya no estudiarte; te hemos pensado insistentemente para ya no pensarte. Quédate donde estás.