El año pasado me propuse encontrar, por lo menos, una vez por semana, un poema feliz, para postearlo aquí. Fracasé. Los poemas felices son pocos. Los poetas que escriben poemas felices existen muy brevemente en su entusiasmo; es el mundo, supongo. Sin embargo, desde aquella búsqueda me recontré con Werner Aspenströn. Poeta sueco, un lenguaje con alcances emocionales insustituibles ¿cuáles serían las copias de los lenguajes? No me refiero a la copia idéntica, sino a esa que surge y se transforma ¿surgirá cuando pronunciamos desde nuestro bagaje extranjero otro idioma para intentar comunicarnos, o aprender? Me gusta eso, ese giro que con una pequeño twist de la lengua puede transformar un proceso de copia en una marca distinta. ¿No es hermoso?
Ustedes que han hecho del pensamiento un proceso sostenido de aprendizaje y que me visitan alegremente; ustedes que saben lo que es agitarse como un animal entusiasmado; ustedes que saben lo que es dormir como una flor, deben comprender que la alegría es indispensable y más para nosotros que visitamos tantas atmósferas oscuras mientras reflexionamos. Así que, basta de discursos y les dejo, junto a un abrazo, uno de los poemas del gran Aspenström, quien murió un enero de 1997 (traducido por el indispensable Paco J. Uriz). Werner dio con algo, como pocos, con la alegría (una de las razones por las que se distinguió de la generación a la que pertenecía "del pesimismo").


La Ciudad

No soy una persona apolítica.
Tengo mi opinión sobre cómo se deberían 
hacer las cosas en este país para obtener buenos resultados.
Considero que la paz es nuestro pensamiento más valioso.
Pero yo no quiero destrozar
con la tijera de los grandes sueños
el tejido de los sueños pequeños.
Es la hora del día
en que el remolcador Rex zarpa rumbo al archipiélago
para traernos la salida del sol.
Es la época del año
en que el gigante de las montañas de Skinnarvik
lleva el pelo cubierto de lilas.
Pronto abrirá sus fauces y escupirá
sobre la ciudad una bandada de gaviotas reídoras.
Me parece simplemente hermoso.
Me parece humano, a veces.