Perón tomando café.


Pero ya sé de lo que quería hablar desde la mañana. No era de ti, ni de mí. Sino de la guerra. Que es lo mismo que hablar de ti o de mí. La tercera guerra mundial, que le llaman. Yo la llamaría, la primera guerra global. Que no se libra sólo en la geografía terrestre mundial, sino también dentro de un geografía tecnológica y virtual; el "otro" mundo, que si filtra hacia el mundo terrestre a través de las regulaciones tecnológicas de los aparatos que producen el mundo virtual: teléfonos, ordenadores, televisiones, dvd's, relojes de pulsera, chips de automóviles, y un largo etc. Hay asuntos relevantes para tomar en cuenta aquí. Que no tienen nada que ver con asuntos personales, sino globales. No somos un pequeño cuerpo intentando parecerse a los prototipos que nos lanzan los medios de comunicación. Incinerando nuestro pelaje como fórmula para la verdad, blanqueándonos o bronceándonos. Somos ya, algo más que la máscara. Tampoco somos animalitos en busca y defensa de nuestra identidad, eso ya lo tenemos claro ¿cierto? Somos un sólo cuerpo que sufre, que avanza y retrocede. Por eso me preocuparon los visibles atentados al tan nombrado Paris, en comparación con los 60 mil muertos en México y otros cientos de miles de asesinatos que se pueden contar en Centro América; por eso también pienso en números cuando pienso en las cientos de miles de personas asesinadas en África o migrando eternamente desplazadas de uno de los territorios más ricos del mundo. Esa es nuestra mente, la mente que imagina y logra que lo que imagina se manifieste de forma tangible en la realidad, hacia afuera: la creación, la co-creación; la pura manifestación del ser común; no me refiero a la lucha, a la venganza, a la percepción que tenemos de la justicia, y todas esas distracciones que neutralizan, que nos convierten en territorios homogéneos, que logran oprimirnos sin siquiera presionar un botón.  No menciono medio oriente, ni el lento genocidio cometido por Israel al pueblo palestino. Todo es ya una guerra sola (global) cuyos motores podemos intuir pero, francamente, desconocemos. 
Últimamente, quienes me visitan en otras redes sociales, percibieron que subí una foto de Juan Perón como foto de perfil. El afecto que tengo por Argentina; la cultura de resistencia que nació en ese país y marcó mi generación particularmente en los setenta y ochenta; la fortaleza política y la dignidad ante las masacres sufridas gracias a las anteriores dictaduras, y el dolor aún presente sembrado con las miles de desaparaciones en ese país, no son el motivo único de mi solidaridad (moral) con la militancia peronista; voy a lo que me motiva:

       ningún medio de comunicación acá difundió el nacimiento de la UNASUR, fundada desde el 2007 (más o menos) y consolidada en 2011; un avance gigantesco hacia la verdadera independencia de América Latina. Desde 2011 Unasur ha crecido y se ha fortalecido; los países que conforman esta unión han tomado decisiones cruciales ante el capitalismo global, y la soberanía de sus pueblos, incluyendo la soberanía tecnológica y cibernética (asunto crucial para cualquier nación que pretenda defender su soberanía).  Hace tiempo ya que contemplo, maravillada, como esa alianza se fortalece y construye nuevas estructuras de gobierno, donde antes sólo existía la represión sanguinaria de la ultraderecha. Por esta razón estoy convencida de que el balotaje de la Argentina es importante no sólo para el país, sino para el bloque tan sólido que se ha formado, hacia una Latinoamérica unida. Es decir, si a estas alturas, el país es retomado por la derecha, el bloque de la Unasur corre el riesgo de comenzar a disolverse y, la disolución de un bloque tan importante significa el fin del sueño de la democracia global, no sólo continental; es decir, la manifestación de que los pueblos todavía son libres para construir las formas de gobierno que los benefician. Rafael Correa hace una semana se reunió con los países árabes; Cristina Kirchner, consolidó una alianza económica con Putin; ambos países (Ecuador y Argentina, tienen buenas relaciones con China) ¿alcanzamos a ver las dimensiones de la división global? ¿o seguimos pensando que se trata de pequeños países "primermundistas" atacados por las locuras de una guerra santa irracional y un puñado de locos comunistas organizándose en América Latina?
La decisión de rescatar a Julian Assange de la persecución estadunidense no la tomó de forma aislada el presidente de Ecuador, Rafael Correa; ha sido una de las muchas decisiones relevantes que la Unasur, como bloque de países, tomó de común acuerdo. Menciono el caso de Julian Assange por tratarse de un caso con muchísima atención mediática, que evidencia las estrategias de guerra y contraataque que existen ya en esta plataforma; la plataforma virtual, pero también porque Julian Assange, aparte de pertenecer a los investigadores trascendentes de mi generación, ha pasado a ser una herramienta de defensa indispensable para países que antes, frente a las complejas redes del espionaje mundial, permanecían desamparados.
Es importante pensar en América del Sur en estos momentos porque, con todos los acorralamientos económicos, la caída del petróleo y los ataques (o censuras) mediáticos (sin contar el espionaje y los golpes calculados de gobiernos opositores infiltrados que han existido siempre), es, todavía, de los pocos lugares en el mundo, en que se le permite a la ciudadanía ejercer y decidir el voto libremente; y es de los pocos bloques en los que los presidentes todavía ejercen el antiguo arte de gobernar con soberanía que, las coorporaciones, están luchando por abolir globalmente. El balotaje en la Argentina no es un asunto exclusivo de caprichos ideológicos o idealistas. Estamos en otro momento, el momento de la primera guerra global. 
Y a mí la guerra (como nunca la entiendo) me ha parecido siempre algo super-romántico, porque nos hace responsables de corazón, nos vuelve compasivos, nos mueve a tomar decisiones de vida, amor y muerte ¿hay algo más romántico que la vida, el pensamiento y la libertad en vilo?