paseo por la montaña |
No sé si llamarlo crisis. Si las llamo así tendría que aceptar que mis crisis, últimamente, duran menos de una noche. Pues la tuve ayer. Una crisis. Comencé a pensar en todos los proyectos en los que tengo que concretar un avance antes de diciembre. Avances cruciales. ¡Todos! A estas alturas del año recuerdo que las personas tienen cierres de edición, las convocatorias tienen fecha de cierre, los trámites migratorios tienen que "realizarse" sí o sí. Olvido que tengo tres libros sin terminar, que no he avanzado ni medio párrafo en el libro que me atormenta, que mis ganas de publicar en Brasil se disipan, gracias a mi nula capacidad de sumergirme en la prosa ya escrita, reordenarla y fecharla. El tiempo se me pasa entre los vecinos que llegan a la casa, las nuevas amigas que me presentan a sus familias, los niños que visitan la Biblioteca Libre, el mercadito de los sábados donde instalo la Librería Feminista, los eventos de las organizaciones de mujeres donde también instalo la Librería Feminista, el reacomodo de las habitaciones de esta casa-cielo portátil, el trabajo de construcción y deconstrucción de esta casa, la pintura en la lámina del patio, la colecta de libros para niños, la creación del huerto orgánico, mis paseo diarios cerca de la montaña, las lecturas de Arno Gruen y Agamben, los minutos que bailo frente al espejo, las medias horas en que charlo con mis seres queridos. Aún así, por la noche, siento que no he hecho nada, que la fecha de la entrega del libro ya se va a vencer, que los papeles migratorios están a un paso de caducar, que ese libro que vine a escribir tiene más polvo encima que un terreno baldío pero lograré todo, antes de diciembre (menos el libro lleno de polvo, ese lo dejo para el año que viene). ¡Que condicionamiento tan espantoso son los años! dan la impresión de que algo acaba y algo comienza, de que sumamos año tras año a nuestra vida. ¡Qué espanto! ¡No! La vida no carga al tiempo, el tiempo nunca está encima de nosotros, el tiempo es una forma de percepción que nos permite explicarnos ciertas distancias, físicas o mentales. Por ejemplo, mientras hago todo lo que hago pienso en ti, estoy contigo y con todas mis obsesiones, y mis otros proyectos; estoy en México y en Berlín, mientras un niño entra a mi casa y bailamos ¿Cómo explicarlo? ¿Existen dos, tres, cuántos niveles del tiempo superpuestas? Trabajo aquí, descanso aquí, pero pienso en la cita que tenemos en marzo, o el vínculo que el baile con un niño genera hacia un proyecto sobre la repetición de movimientos ¿son tres tiempos? ¿son el mismo tiempo? ¿trabajo en todo lo que pienso? No permitiré que el tiempo se me eche encima para construir sus muros, he dicho... el tiempo es como el amor, no como la prisa.