No encuentro mis lentes. Aún así, el impulso de venir acá y comenzar a escribir con los ojos llorosos,(producto en parte de dos litros de vino que bebí anoche, y en otra parte de estos cuarenta y dos años que se detienen frente al monitor) no terminaba de manifestarse apenas puse un pie fuera de la cama ¿qué es esto que escribo acá? ¿qué es esto que he sostenido por quince años acá, en esta plataforma? Hubo un tiempo en que todo mundo teorizaba sobre el blog y su pie que avanzaba creando un rumbo nuevo para los escritores que, dificilmente, eran leídos fuera del aparato institucional. A mí, en ese entonces, me pareció absurdo analizar algo tan natural como la escritura, sólo que ahora en un medio distinto, en una plataforma diferente. Lo que sí puedo afirmar es que es una escritura distinta [...] Oooops, ya está el café, encontré mis lentes, la vida es buena y ha vuelto a mi cuerpo enteramente. Decía que para mí el blog se convirtió en una forma de la escritura totalmente distinta. Psicologicamente, tal vez, por el simple hecho de saber que se publica inmediatemente y puedo promover, e invitar a que me lean de forma muy rápida. O el hecho de pensar que tengo seguidores que van a leer lo que publique en cuanto lo eche a andar aquí. Sí, tenía 27 años cuando comencé con este blog. Y tenía el corazón más que roto, tenía el corazón pulverizado. Qué distintos surgen los recuerdos a la distancia ¿no? Yo besaba a todos los muchachos con profundo dolor, pero nunca dejaron de gustarme los muchachos. Ahora me gustan los señores, amo a mi generación. En este momento puedo decir ¡Wow, qué bien lo hemos hecho! porque ya les he dicho que cada vez que siento que alguien de mi generación está haciendo algo extraordinario, que beneficia al mundo, siento que, de alguna forma también soy yo quien lo hace. Me gusta mucho la obra de Cristian Turdera, por ejemplo. Las colecciones que lanza para tuiter. Me transmiten una paz que no conocía. Esos estados de la mente. Me fascina lo que hace Maha Vajra, el gurú, que no sólo es guru sino un pedagogo impresionante, que ha creado la escuela libre más grande e internacional de la que yo tenga conocimiento, ¿Pero realmente, qué estoy haciendo hoy aquí? ¿A qué vine? Vine a hablar contigo, a derrumbar mi miedo. El impulso real esta mañana fue escucharte. Ayer antes de llegar al restaurante italiano responsable de los dos litros de vino que tomé, decía esto: "Consiste en la capacidad de estar presente, en todo. Trabajo en muchas cosas. Siento que no hago suficiente pero estoy presente en todo. Cuando estoy trabajando de forma colaborativa, no estoy pensando en todo lo demás que tengo que hacer. Pienso sólo en una cosa. Y, convoco, a las demás, pero solo para mirar, no para interrumpir". Llegamos al restaurante y me di cuenta que tengo un corazón nuevo. Que tengo, no sé si será un segundo o un tercer corazón. Y que no importa lo que pase. Cada vez que cambio de corazón, tengo un corazón más tierno y más fuerte ¿cómo explicarlo? ¡Es verdad! Hace 15 años mi corazón estaba hecho cenizas ¿cómo es que ahora me siento tan feliz, tan contenta con mi generación, tan lbre? ¿será la edad? Ayer por la tarde también, una amiga me leyó parte de una novela que está escribiendo. Mi amiga Susana es una gran-gran narradora, me senté en su biblioteca y comencé a escuchar la historia, sucede completamente en la sierra de Chihuahua. Reíamos de la forma en que ella recordaba a los hombres de la sierra, esos hombres que, yo diría, rompieron el molde, comenté esto: "Ah, sí, conozco a los hombres de la sierra ¡esos son hombres!" y ella respondió esto: "Pero claro que los conoces, si hasta los has probado" Nos reímos a carcajadas mientras yo decía: "Noooo, ya quisiera" y entonces ella me recordó "¿Y _________? ¿Qué no era de la sierra?" y me detuve, como si me detuviera infinitamente y respondí esto: "Sí, tienes razón. Si hasta me enamoré de uno."