van a florecer sin tu consentimientos
los lirios en la luz
No entiendo bien la razón por la que, en este lugar, odio los bancos. Tengo una aversión literal a tomar mi café, cerrar la computadora y dirigirme a cualquier sucursal bancaria. Y como al que no quiere sopa se le dan dos tazas, pues mis trámites bancarios ya han durado tres días ejerciendo mi "indispensable" presión personal. Hoy, mi "indispensable" presión personal tuvo un éxito mediano, sé que los documentos están en su sistema. Es decir, mis estados de cuenta están ahí, son míos, es mí cuenta, pero como yo no puedo acceder a ellos vía internet (por razones inexplicables) me cobrarán por cada documento: documento mío, con información personal mía, sustraído de una cuenta que también es mía, cinco módicos dólares. No es que haya enfurecido por esa razón, ¿el dinero? sólo importa a los bancos, para mí es sólo papel moneda que "aparece" en el momento preciso y desaparece también cuando es necesario. Me molesta el control sobre la población que ejercen los bancos. ¿Cómo es posible que yo no pueda acceder a mi propia información? ¿No es absurdo? Por otro lado, me enteré que mi "capacidad" de crédito creció sustancialmente, porque mi comportamiento financiero fue el adecuado durante el año. ¿Quéééééééé? ¿Por qué me hablan en esos términos ilusorios como si el banco fuera parte de mi ADN? Yo tengo capacidad para leer y escribir, y, en ocasiones, para platicar una que otra cosa con mi perro, pero ¿de dónde saca la institución bancaria que yo poseeo (y fortalezco, mejoro, nutro) una "capacidad" de crédito. Soy muy capaz de llorar ante ciertos acontecimientos, y también soy capaz de pedir auxilio y de auxiliar si hace falta. y, realmente la institución bancaria se ganaría una demanda por difamación al señalar que mi "comportamiento financiero" fue el adecuado. Eso me insulta sobre manera, yo reacciono ante muchos estímulos pero mi radicalidad se a forjado precisamente por no asociar mi comportamiento a mis finanzas. ¡Si yo ando por el mundo sintiéndome millonaria sin contar con un peso! Promuevo causas como si no fuera yo pobre. Pero lo soy, soy pobre. No vivo en Polanco. Bueno, no vivo en Singapur y no me despierto pensando en que lugar del mundo me gustaría tomar el café cada semana. Oquéi, reconozco que si despierto pensando en qué lugar del mundo me gustaría tomar el café cada semana, pero eso no tiene nada que ver con mi pobreza. Mi pobreza no es pobreza, yo le llamaría sólo: falta de códigos en las cuentas bancarias que cada vez me dan más y más códigos aunque realmente no me pertenecen. Pero nada me impide viajar, claro está, porque viajar nada tiene que ver con la plata, los códigos, la lana o el dinero. Viajar tiene que ver con la mente y los impulsos. Así que ya me voy porque debo tener mi mente en muchos lados y en muchos países estos días. Y, antes de que se me olvide, cariño ¿Nos vemos en Nicaragua?