Foto: Jorge Esquinca

Necesito un güisqui doble: te necesito. ¿Ya les había dicho que me gusta la palabra "necesito"? No el verbo, la palabra en sí, me parece un pimpollo, algo recién nacido. En fin. Decía que necesito mis botellas de cognac. Este día estoy en el derrumbe. Con un montón de archivos en cuarentena, con la mañana perdida tratando de configurar un nuevo router. Nada es verdad. Las experiencias que nos introducen al conteo del tiempo son de lo más absurdas (había puesto "vulgares" pero corregí): toda la mañana para configurar el router nuevamente. Así pasó, a media mañana estaba a punto de salir de aquí enfurecida, a tirar dinero en un router distinto, pero insistí y aquí estoy, en la página de mi descanso. Pensando que la mañana que iba a emplear en leer eso que leo ¡y de lo que aprendo tanto! ya se ha ido, y yo sigo en pijama. Preguntándome en qué momento comenzó a llover y dieron las tres de la tarde ¿No sería momento de comer algo? No hay habichuelas que me consuelen hoy. El cielo es gris. Y es marzo. ¡Marzo! Dos meses más y regreso a Los Angeles, y todavía no comienzo el libro que vine a escribir, envuelta en mis proyectos, en mis obsesiones. Casi puedo apostar que mis obsesiones surgieron no sólo por amor, sino como una forma de evadir el libro. Agamben es sólo un pretexto, mi fascinación por lo que me fascina es sólo un pretexto para no vivir la escritura que me espera, puedo sostener una conversación por escrito sobre casi todo, pero soy incapaz de escribir el libro que vine a escribir al desierto. No es el lugar común de la página en blanco lo que me aterroriza (como podrán ver en esta plataforma de inmediatez), me aterroriza lo que tengo que escribir lo que sé que es inevitable, irremediable, irreparable. Uno quisiera siempre tener esperanzas, pero con los libros no se puede mediar o llegar a un consenso; la escritura exige, ordena, obliga. No son lo mismo las conversaciones de amor, las prefiero. Las disertaciones con mis amigos: ¿existe la justicia? ¿el criterio es un juicio? ¿hacer es deshacer? ¿Todos nuestros condicionamientos parten del lenguaje? ¿Qué es el lenguaje? ¿La forma en otros nos interpretan? ¿Nuestro cuerpo es lenguaje? En fin. Esas cosas que uno puede pensar, sobre los esclavos que recogen frutos sometidos por los que se dedican a cazar esclavos, y quienes a su vez son sometidos por otros que se dedican a reclutar a cazadores de esclavos y así. Todo es mejor, es más claro que escribir el libro ¿o a caso ya lo estoy escribiendo? No, pero así no era. Esto no puede ser así. Hoy no es mi día. Marzo.