Me refiero a ti como a dos fieras porque
una herida son dos fieras. Hay que estar
muy herido para referirse, muy herido de lenguaje.
Me refiero al cañón del Colorado. Me refiero a
un abismo desnudo que Christo viste, en la
aurora lo veo en su cresta. Me refiero a la nada,
al punto opuesto donde está Christo. Escribir es
desnudarse, escribir es vestirse. Pero el vértigo
no viste, viste el rojo, el pájaro de sangre, el gorjeo
del pájaro de sangre en Inglaterra: pío, pío.
La que te cubre no cobra por vestirte. Ella, la
doncella leve que sobre ti se deposita, esposa
del esposo, gemela del gemido. Por último,
sin miedo, me refiero a mí.
                  Eduardo Milán