Desde afuera puedo ver lo que pasa. Pasan los medios de comunicación mexicanos mintiendo abiertamente en vivo durante las transmisiones de las enormes protestas en México. Quienes estamos acostumbrados a leer los falsos discursos televisivos, somos capaces de advertir la realidad mientras escuchamos a comunicadores que regañan al pueblo por su comportamiento rebelde. Pienso en los fotógrafos y los camarógrafos que lanzan sus tomas al mundo cuando no hay tiempo de editar imagen y los comentaristas intentan corregir a toda costa en tiempo real, la actuación de las fuerzas federales en contra de los ciudadanos. No tengo más alternativa que percibir desde ahí, y reírme de sus contradicciones. "¡El grupo de anarquistas está atacando a los policías desarmados!" Mientras la imagen en la televisión muestra a los granaderos golpeando con toletes y lanzando gas lacrimógeno contra manifestantes que optaron por hincarse en la calle Madero. Yo no estaba ahí, sencillamente vi esa televisión que 'miente'. "Un joven intoxicado arremete contra los granaderos" en una de las calles aledañas, un joven evidentemente golpeado, furioso, reclamaba el ataque a los granaderos con los brazos abiertos, sin camisa, sangrando de la frente continuaba con fuerza para regresar a reclamar el abuso mientras todos preferían irse. "Yo pediría que primero hicieran un examen toxicológico a ese joven" lanzaba el narrador desde la pantalla, mientras el chico se acercó lo suficiente para ser jalado por el ejercito, arrojado al piso, y vuelto a golpear desapareciendo entre los escudos de plástico de más de quinientos policías federales que llegaron para "Proteger a la población" decía la vos oficialista en la que se ha convertido la televisión mexicana. Ese ejercito que llegó, según dijo la televisión, para proteger a la población, desapareció a ¿cuántas personas esa noche? torturó ¿a cuántos anarquistas detenidos? hirió a cientos, apaleó a mujeres, niños, ancianos, estudiantes y monjas. Yo no estuve ahí, pero lo vi en el mismo momento que sucedió; dos de los periodistas que cubrían el evento en vivo fueron golpeados, y después aparecieron al aire para justificar la acción diciendo que habían sido "confundidos" con anarquistas, a lo que el comentarista declaró "Por uno la llevan todos".
He visto a muchos conocidos venderse a los periódicos, a las televisoras, a las instituciones culturales; pero me da gusto que este otoño ya las cosas no se puedan ocultar porque la narrativa oficial ha caducado; conocemos muy bien al enemigo y sus tácticas (y lo que el enemigo daba a cambio de unirse a él). ¿Que haría el Estado si todos esos vendidos, por ejemplo en el Sistema Nacional de Publicaciones, o en el Fondo Editorial Tierra Adentro, o en el Sistema Nacional de Creadores de repente dejara sus puestos? Porque hasta los vendidos se están cansando de tener el tolete en la boca y la bota en la cabeza; no importa cuántos viajes a Cancún les organicen, ni cuanto alcohol les subsidie ese Estado; ni a cuantos agasajos en el extranjero sean comisionados. Los vendidos son delicados, tienen familias delicadas y aman la seguridad que les había proporcionado su cobardía, y gustan también de los buenos comportamientos; lo salvaje les parece digno de cabaret, o les provoca náusea, Y el Estado ha levantado la mano para herir ese orgullo clasemediero lastimando su "dignidad" y sus intereses. Los vendidos son vendidos aquí y en cualquier parte, se venden a cambio del bienestar, del privilegio, de la jerarquía, de la alfombra y el reconocimiento. Y hasta esa simulación de reino para intelectuales y artistas que muy bien sabía construir el PRI, se está viniendo abajo, administrada por el mal gusto de las televisoras. Los vendidos no usan diamantes de utilería, como en las telenovelas; cuando alguien no sabe ponerles la corona, los vendidos no tienen empacho en morder. Entonces ahora sí, estamos un poquito más completos y mucho más parejos ¿Qué no? Los vendidos ya son parte del pueblo, y a un pueblo furioso desde la raíz de sus instituciones culturales e intelectuales: a) se le masacra b) se le respeta.