El mundo se está incendiando, y entre alguna de las maravillas del fuego está la purificación. La naturaleza nos suelta de la mano, a ver si ya aprendimos a caminar.  Nos retira a algunos de nuestros más queridos maestros. Uno de mis maestros más queridos ha sido Tich Nhat Hahn "Tai". Que desde hace días se encuentra hospitalizado después de haber sufrido un aneurisma. 
Tich Nhat Hahn es poeta, monje budista, impulsor de la corriente zen "Mindfulness", amigo cercano de Martin Luther King, exiliado por combatir el sistema represor en Vietnam; levantó un monasterio en Francia, y otros tantos en el mundo. Tendrá quizá más de ochenta años. Sus estudiantes más cercanos están preparados para despedirse de él. Yo no he llegado a ese nivel de iluminación. Me he despedido de muchos amigos a lo largo de estos años; me he despedido de muy pocos maestros del nivel de Tai. Pero, gracias a sus enseñanzas, a sus libros, a sus poemas, seguramente sabré qué hacer con mi sufrimiento. Aunque quizá después de haber salido del coma en el que estaba, la naturaleza se compadezca de personas como yo, y nos deje a Tai, por los menos, otros treinta años.