¡San Lorencito! Ya sé que mis amigos pondrán una veladora allá contigo, de mi parte. Y eit! no le hagan promesas en vano, que se queman. Ya sabrás tú, San Lorencito qué pasa con mis amigos en Palestina, y qué más va a pasar con esta renuencia mía a ser parte de un mundo que me parece más que pura ilusión y, peor que eso, extravagancia y prepotencia. Amén.