Después de tres años de vivir en Los Angeles ¡por fin tengo un estudio! Vivía con libros en la "sala" el "comedor" la recámara y bueno, como la cocina era un área común me costaba trabajo invadirla también con mis notas y mis libros. Escribía en el comedor porque los dos escritorios de la sala estaban atiborrados de libros y papeles. Hoy, por accidente, porque ni lo había planeado (tal vez nunca lo hubiera planeado) tengo estudio por dos meses antes de dejar Los Angeles para jugar a las artes en otro lugar. Pero no sólo tengo estudio: ¡tengo soledad! así que me dispuse alegremente a trabajar en mi Hermes Rocket para darme cuenta que las teclas se pegan al rodillo ¡Pero si le acababa de dar mantenimiento completo! pensé, oh, no, eso fue hace cuatro años, cuando la usaba regularmente.
Tanto tiempo sin tener un estudio. Casi cuatro años, wow. Pero bueno, hay recompensas por esos años de asinamiento: conozco mejor mi mente y sus reacciones cuando la escritura le falta. Conozco los extremos de mis pensamientos cuando deja de obedecer a la escritura: no son agradables, créanme, pero ahora son parte de mi reino. Cuando el pensamiento se las ingenia para ponerme a escribir a toda costa, imagina cualquier clase de terror, construye cualquier clase de miedo, me rodea cualquier clase de sonido, de ambiente atroz, de deshaucio. Pero ahora, luego de tres años de entrenamiento puedo observar mi pensamiento como si fuera un gran dragón que danza para divertirme. No es que no sienta miedo, terror, odio hacia mí misma de vez en cuando, sobre todo cuando no tengo silencio y soledad para escribir; es que los siento y los observo sin reaccionar, como si esas emociones fueran una obra de teatro que me atormenta, una película que no me gusta. Los observo hasta que se marchan. Además desarrollé otra técnica: como el monstruo quiere escribir y yo sé que si no lo hago en el silencio adecuado y en el momento adecuado puedo entrar en un túnel que no me lleva a dimensión alguna (sino que, nada más me encierra y me desespera por semanas arruinando mi vida alrededor) entonces construí un libro para él, para el monstruo, en formato de blog (es lo más sencillo -espero que el monstruo no nos esté escuchando-), entonces abro ese blog y escribo y publico nada más para que el monstruo se sienta bien: Llamaré Dragón al monstruo, en honor a Cortazar y Dunlup para que no perciba mi rechazo, porque, a fin de cuentas ese Dragón hace conmigo lo que quiere, no es adorable, como el buen Fafner. Así que engaño al Dragón contándole otro libro para que no me mande al túnel de la desesperación. Así, y viajando al desierto, es como he logrado cierto equilibrio. Pero lo bueno es que ya estamos aquí. No tendremos los 2 meses completos de estudio peeeero, este momento es el que importa, percibir qué es lo que necesita mi querido Dragón. Mi Dragón egoísta necesitaba espacio, soledad y a Cortazar y a Dunlop, ese cóctel perfecto para espantar demonios.