No sé si será la edad, o las conmociones afortunadamente experimentadas estos últimos años (no, no estos últimos trece años: sino estos últimos dos años) pero, me he estado haciendo la pregunta sobre los objetivos de mi vida constantemente y, para mi sorpresa, no encuentro ninguno. Justo cuando pensé que conocía todos mis apegos ahora me doy cuenta que, sin esa sensación de estar aquí para "algo" comienzo a angustiarme ¿por qué? ¿no debería relajarme y pensar: ¡perfecto, una vida sin objetivos, como siempre he soñado! y entonces vuelvo a pensar: debe existir alguno, algún deseo no cumplido, algo que quieras con desesperación y fuerza: - ---- - - --- - --- - - - - - - - - - - -- -- - -- - ---- -- - nada. Un espacio infinito aparece. Pareciera que no quiero nada, o que mis deseos se me esconden tan bien que no puedo encontrarlos. Entonces hago el juego de pensar qué querría, si pudiera querer. ¿Si quisiera algo qué querría?:--- ---- - - --- -- --- - - nada. Me gusta la vida, de verdad me gusta la vida. Pero querer-querer. De broma respondo que me gustaría envolverme en una sábana y seguir a mi Guru (alabado sea) por todo el mundo. Es todo lo que hay en el corazón de mis deseos. ¿No es extraño? Dejar de desear ¿no es extraño? ¿es algo malo? ¿es algo bueno? Creo que así como existe ese espacio infinito -en blanco-, existe en mí una necesidad infinita de aprobación, por eso necesito a mi Guru. Así, si repito los mantras adecuados, y hago los sacrificios perfectos llegará el día en que él me diga que lo hice bien, él que ve dentro de mí más allá de lo que yo misma puedo ver. Mi Guru, que seguramente sabe lo que me pasa ahora, que no sé por qué ni en qué momento se acabaron todos mis deseos.
d.