Hoy fue cumpleaños de mi hermana Virginia. Hoy es dos de marzo, por si a alguien le brincaba la duda. Siempre le llamo, la felicito temprano, intentando que sea la primera felicitación de la mañana. Cada cumpleaños de mi hermana es igual. Hablo con ella, nos reímos de algo, hablamos de las tragedias familiares. Después por la tarde comienzo a recordarte. Cómo nos conocimos. Dónde cenábamos. El día que te levantaste de la mesa con mis cartas en una carpeta y fuiste a leerlas al baño. Recuerdo cómo me llamabas "Chamuco". El día que nos citamos para comprar mi primera máquina de escribir mecánica.
                 Hace trece años mi hermana organizó su fiesta de cumpleaños un once de marzo, en el Club Campestre. Esa mañana había soñado contigo. Caminábamos en un túnel de luces cálidas tomados de la mano. Había mucha gente y eramos felices. Nunca había soñado contigo. Tampoco nunca he sido tan feliz. Le pregunté a mi mamá si habías llamado. Dijo que no. "Soñé con él" le dije "¿no le habrá pasado algo?" inmediatamente me senté frente a mi máquina olivetti y comencé a escribirte una carta. Ya no recuerdo qué decía la carta, que te quería, tal vez. Por la tarde Juan Manuel pasó por mí para ir a la fiesta de mi hermana. En la fiesta un amigo de mi hermana insistía en que yo debía tener una cita con su hijo. Bebimos un poco, regresamos temprano. Esa noche tú estabas muriendo en la Ciudad de México. Y yo me enteraría tres días después mientras cerraba la edición del Diario de Juárez. Fue mi primer shock (por lo menos como adulta). 
            Once años después, un diez de marzo, tuve que salir de mi casa para resguardarme en el departamento de Josu por una noche. El once de marzo caminé en la madrugada hasta el puente de cruce internacional y desde entonces no he vuelto a ver mi casa, ni mi país. Celebro un cumpleaños y dos muertes el mismo día. ¿No es curioso? Pero antes de recordar tu muerte, comienzo a recordar tu amor. Tu amor que me transporta hacia algo que, no sé qué es pero vive por encima de todo.

d.