tu luna

Intento concentrarme para terminar de escribir mi currículum para un nuevo trabajo. Necesito enviarlo mañana mismo pero, quiero escribir de todo menos de mi pasado laboral. Al pasado laboral suelen llamarlo "trayectoria" o "experiencia". Sí, tal vez me inspire pensar en la palabra experiencia. Me siento tan bien en el presente que quisiera que sólo me preguntaran ¿sabes hacer este trabajo? para responder sí, y listo. Pero las dimensiones en las que nos movemos los seres humanos pareciera que nos hacen vivir y percibir diferentes mundos, aunque estemos en el mismo lugar, en el mismo momento. Que dos o más personas estén en el mismo tiempo y en el mismo lugar, percibiendo la misma realidad, es difícil. La semana pasada, por ejemplo, decidí comenzar a ver varios videos que se tomaron de "La Marcha por la Vida", una peregrinación que las madres de mujeres desaparecidas o asesinadas en Ciudad Juárez, realizaron para exigir justicia (otra vez). Cuando comenzó el video vi a la primer madre, narrando sus exigencias con el desierto al fondo. El desierto que vive en mí. No podía despegar la vista del cielo que es mi cielo, de la gama de dorados que es el desierto en esta temporada. Pude estar ahí mismo, sé cómo golpea ese viento en esa carretera que recorrí no sé cuántas veces. Después puse atención al rostro de la mujer que hablaba: más joven que yo. No la conozco. ¡No la conozco! Yo solía conocer, platicar, reírme, escuchar y ser escuchada por "las madres de las muertas de Juárez" ¿Dónde están ellas? porque en esta marcha son ellas, pero son otras: nuevas generaciones de madres de mujeres asesinadas. ¿Y quienes comenzaron la lucha, dónde están? Marisela Escobedo, ya sabemos que terminó con un balazo en la cabeza. Pero hay tantas otras personas que silenciosamente han desaparecido de la escena. Sí, yo sé que debería estar escribiendo mi currículum para comer mañana, pero no puedo evitar detenerme a pensar en todo esto. ¿Dónde está la primera generación de madres que decidieron organizarse y exigir justicia? ¿Dónde están las personas que se solidarizaron con ellas y las apoyaban, se unían a las marchas, les proporcionaban refugio? Continué observando el video en busca de alguna persona conocida. No encontré a nadie. Qué absurda comenzó a parecerme la realidad. Pensé lo que sucedió con abogados que intentaron defender la causa mientras escuchaba en el video a una abogada que no no había visto jamás, una abogada que, llorando, necesitaba aclarar que no estaban lucrando con la causa. Qué bien ha sabido el Estado desarticularnos. Unos en Madrid, otros en Estados Unidos, en Canadá; otros en casas de "seguridad" dentro del mismo país padeciendo la guerra fría: no trabajo, no organizaciones, no vínculos evidentes con familiares o seres queridos (nadie quiere que otros pasen por la misma persecución) y el eterno juicio en el que la abogada que vi en el video no quisiera estar: "en algo andaba". Pensaba en todo esto mientras veía caer el sol desde el porche de la casa donde vivo, en un país lejano (como diría Gunnar Ekelof), mientras mis amigos hablaban de David Bowie. Una de ellas contaba que se había dado cuenta de que habían tocado a David Bowie en la radio todo el día, y repentinamente creyó que tal vez David Bowie había muerto... y tuvo miedo ¡Oh my God! ¡Murió David Bowie! pero no. Su corazón descansó cuando supo que sólo celebraban su cumpleaños número 66. Vivimos en mundos diferentes, sentados en el mismo porche, bebiendo el mismo café, en la misma ciudad. Eso me atormenta por algunos segundos, luego me hace entrar en un silencio íntimo y después me causa una enorme dicha. Los contrastes del mundo son terriblemente fascinantes.
d.