Anoche platicaba con un hombre que es para mí tan dulce como el chocolate. Platicábamos de la reelección de Obama. Él estaba contento porque, me dijo, la reelección de Obama dejaba a la vista claramente que los blancos son la verdadera minoría. Estuve de acuerdo pero. Siempre hay un pero. Le pregunté si realmente pensaba que en el mundo son los presidentes los que tienen el poder y el control sobre las decisiones de nuestros destinos (¿o tendremos un destino común? ¿un horno?). Comencé a preguntar ¿Qué es lo que -y con quién- decide Obama? ¿Desde cuándo los países dejaron de serlo? La dulzura es optimista, así que prefirió creer que "por lo menos -gracias a los avances de la ciencia- los seres humanos podemos vivir más años". No pude evitar preguntar ¿Cuáles seres humanos pueden vivir más años? Tal vez los niños no mueran de tifoidea -aunque sí mueren miles y miles de niños de hambre, tifoidea y ébola- pero mueren con un balazo en la cabeza, o con el estómago partido por una ráfaga. Y no me refiero sólo a Latino América,. o Centro América. ¿Comemos mejor? ¿Nos nutrimos mejor? ¿Cuántas personas mueren mientras cruzan algún desierto en el mundo?: desplazados, enviados al horno de los desiertos o, dirigidos a sistemas de esclavitud en los países más desarrollados. ¿Cuántas niñas no mueren de un resfriado pero son vendidas como juguetes sexuales y asesinadas como animales cuando ya no son lo suficientemente infantiles? niñas de cualquier edad. No es que sea pesimista pero hoy vi fotos de algunos bombardeos. Hace tiempo que mi mundo ya no es una frontera, ni un idiomas, ni algo propio. Vivimos la época de la peor ignorancia, porque todos creemos que sabemos algo, que conocemos cómo es la vida en este mundo y pensamos que vamos bien porque la edad promedio para morir se alarga ¿realmente ese es nuestro mayor objetivo? ¿a toda costa no morir? Qué me importaría morir, si viera la muerte sólo como un proceso, y no tuviera tanto miedo. ¿Cuántas personas son torturadas diariamente? Y en verdad creemos que los presidentes deciden, y que los pueblos eligen a los que toman las decisiones. Obama me cae bien, no se trata de alguna antipatía. Tampoco se trata de sentir que tengo la razón. Mi dulce chocolate, sólo habla de amor. Y realmente brilla. Realmente hay en él una luz inexplicable. Yo no soy pesimista: escribo poesía, no soy blanca, tengo una librería, hablo sobre lo que pienso, no veo televisión. Soy una persona diferente, y por eso sé que la diferencia existe. Que por dentro llevamos universos infinitos y más entretenidos que toda la basura por la que nos obligan a trabajar y por la que nos hacen creer que debemos dar la vida. Amo, pero es imposible para mí creer que no estamos viviendo una época de exterminio.

d.