No sé cuál sea la respuesta: ¿olvidar? ¿cómo? O de qué forma dejo de hacerme la pregunta. Tal vez eso sería lo mejor: eliminar la pregunta. Si dejo de hacerme la pregunta entonces dejo de angustiarme por no conocer la respuesta. Hay tantas cosas para las que no tengo respuesta. Pero por qué quiero saber esas cosas. ¿Alguien podrá descifrar, por ejemplo, el proceso mental que llevó a un escritor a estructurar una novela de tal o cual forma? ¿Alguien más puede hacer el mismo recorrido que ese escritor? ¿Por qué no me conformo sólo con disfrutar el resultado de una novela? Y una novela es lo de menos. Suceden en mí otro tipo de preguntas. Últimamente me pregunto si es que conozco suficiente a mis amigos. La respuesta a eso son otras preguntas ¿cuáles amigos? Cualquier certeza es decepcionante. No puede existir la certeza sin la decepción (aunque a uno le guste engañarse con la certeza de saber, y nos guste utilizar ese "saber" como un lindo juguete que nos entretiene unos segundos antes de que nos aborde otra duda). La vida es una interrogante ¿verdad? pero el sentimiento que me produce un miedo más grande es ése que me precipita al vacío de mi misma. Cada vez que me hago una pregunta como las que he mencionado aquí, percibo que desconozco mi propia existencia. Que desconozco mis propios procesos para estructurar mis realidades. No sé si mis realidades son reales. Hay una línea que divide mi vida. Detrás de esa línea hay gente que creí conocer. Personas con las que compartí viajes en camión, cantinas, líneas laborales. Incluso presenté los libros de algunas de esas personas, y aparecimos juntos fotografiados en las páginas de los periódicos. O conversamos "al aire" en algún programa de radio y ahora me pregunto ¿quiénes son? ¿por qué hacen lo que hacen? ¿por qué pareciera que lo que eran se ha acabado? Me respondo mil cosas: se casaron, tuvieron hijos, acuerdos y firmaron contratos. Promovieron la candidatura de Felipe Calderón para la presidencia. Se inscribieron en las filas militantes del Partido Acción Nacional. Y "continuaron" aparentando que eran los mismos. Aunque ahora tengan chofer y acceso a las líneas telefónicas de la cámara de diputados. No entiendo.
No entiendo prácticamente nada de este mundo. ¿Qué debí haber hecho yo? ¿Lo mismo? ¿Debí especializarme en cata de vinos, contribuir con las campañas oficiales y escribir para alguna de las revistas con tiraje de 400 mil ejemplares que dicen nada salvo la farsa del consumo y la extravagancia? No entiendo cómo mis más queridos amigos construyen la belleza en una novela; pero tampoco entiendo cómo es que otros amigos sencillamente dejaron de pensar, y por sus escritos periodísticos solo pasa una línea plana. Ayer me descubrí construyendo a toda prisa una muralla para defenderme de nada, sólo porque alguien quería saber qué pasa con mi vida. Hoy me di cuenta que no pude mencionar la identidad de otra persona, tan real como yo, tan simple y pobre como yo, porque pensé mil cosas antes de pronunciar su nombre, o su estado civil, o su lugar de residencia. ¿Quienes son ustedes, queridos? ¿Quienes somos?