a Jair Cortés

Ya no soy un señor
La lata que fue dorándose en mi pecho
parió un par de sardinas vivas
saltando en media luna y volviendo a sumergirse
en este extranjero que soy
Existe en mí un mar de aceite hirviendo por la sangre
Sin tu supervivencia
Sin tu calculado temor
Sin tu vacío

d.