Amanecí con la sombra de un dolor acomodada dulcemente en la boca de mi estómago. Pensé que no era nada, sino el simple hecho de levantarme a las 7, así que me preparé un café con leche y miel (slurp). Para mi sorpresa parecía que la sombra de ese dolor tomaba cuerpo. Ya para las diez de la mañana se había convertido en un gigante que me ocasionaba frío y me obligaba a meterme bajo las cobijas otra vez, cerrando los ojos con intenciones de que el dolor se acurrucara placido y diminuto en el hueco de mi estómago, nuevamente. Tenía algunas entrevistas que hacer así que me levanté intentando ignorar (ignorar es una de las más grandes virtudes con las que cuenta el ser humano pero, hoy en la mañana yo no era un ser humano sino un completo y herido animal). Para las tres de la tarde, después de entrevistar a una familia de cinco miembros que cargaban, al parecer, un dolor que yo no puedo imaginar, sencillamente mi dolor holgazán desapareció, como si nada. Sin haber desayunado siquiera. Cuando regresé a casa (casi a las 8 de la noche) me enteré que hoy, 13 de julio del 2012, Ben Ehrenreich había sido detenido por el ejército israelí,.en una parte ocupada de Palestina y liberado 2 horas más tarde. Entonces comprendí. Dios quiera que mañana, por el bien de mi estómago, Ehrenreich goce su libertad como un bebé recién nacido, cuya única realidad son las maravillas de un universo sin la guerra.
d.
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