La vida me arrastra a un barrio interesante. El estadio de los Dodgers, la población china, y una historia de racismo impresionante. En este lugar, apenas a finales de los años cincuenta, existía una ley que impedía que los chinos, los mexicanos y los negros, pudieran comprar la tierra que habitaban. Ciertas zonas de Loa Ángeles eran así, así que, debo suponer, también ciertas zonas de todo Estados Unidos.
Pasando a lo que podría parecer otro tema: leer en público cada día es más incómodo para mí. No estoy hecha para el espectáculo y además no creo que .una lectura pública de mi trabajo funcione adecuadamente para ser escuchada. Dificilmente alguien captará algo de mi trabajo de oídas, contemplando también que gran parte del público no habla español. Hoy platicaba con Jorge al respecto y estuvimos de acuerdo en que sería bueno vendar los ojos de los asistentes y atarles las manos detrás de la espalda para que escuchen mejor y, sobre todo, experimenten un pizca de guerra, que es, a fin de cuentas, de lo que se trata mi trabajo. O si no, pues que lean el libro; la mayoría de mis libros se ecuentran el línea, disponibles en español. Respeto a los autores que han nacido para el espectáculo, que se exhiben en el escenario como piezas mismas de arte. Pero reconozco mis incapacidades. Así que, tal vez, sería justo que, si yo sufro cada vez que me presento en público, el público en reciprocidad, sufriera un poquito junto conmigo.
Teresa Margolles tiene un éxito tan impresionante, como el auge racista que generó leyes que excluían a poblaciones enteras de una zona geográfica. No es que las personas estén hambrientas de tortura, es que la tortura está de moda y las personas siempre están hambrientas de moda (y la moda -los locos lo sabemos- es una estupidez -pero no se lo digan a nadie-). Así que tal vez si convierto el espectáculo patético que soy, en un espacio de sometimiento público, los organizadores de los eventos comiencen a pensar en firmarme un cheque. Son nuestros tiempos tan estúpidos.
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