El máximo neoesclavista de Latino América, se relame los bigotes decidiendo cuánto deben sus tornillos durar en el engranaje de producción que (imagina) es esta fábrica. Los engranajes a los 69 años todavía son resistentes (ya no es como antes). Además los esclavos deben de trabajar sólo tres días (seamos compasivos con los necesitados), tres días pero 12 horas. Y todo esto sucede en un rincón suizo del mundo,  donde no importan los eclipses, sino los códigos en las ilusorias cifras de los bancos. Y qué más da que todo sea ilusorio, mientras ellos sean dueños.

d.