El lugar de país, telenovela
(dardo publicado en la revista Día Siete en julio de 1999 y dedicado hoy a Ricardo Salinas Pliego)
Resulta que en México no sólo nos hemos quedado sin país (pregúntenle a Canadá), sino que ahora (¿ahora?) vivimos una especie de telenovela: ya no sabemos si llorar o reir.
Para que una telenovela exista hace falta un mal argumento, pésimos actores y, desde luego, esa querida mágica caja de la discordia: la televisión. Nuestro pequeño gran presidente está en todo su papel, mientras que los pistoleros no sólo se aseguran de asesinar a la población, sino de que “todo México se entere” que desean fervientemente ser escuchados por nuestro primer mandatario.
Y éste, como buen galán protagónico, ni tardo ni perezoso responde a los villanos de la misma manera: en público y por la tele ¿a qué hora van a aparecer Thalía y Colunga, Calderon? porque digo, no nos bastó con el drama amoroso en el avionetazo. A fin de cuentas, sólo somos los pobres mexicanos de casas amuebladas por Elektra, algo de belleza prefabricada no nos caería mal tampoco. Ah, la televisión, qué bonita Familia.
d.