¿Cómo no pensar que existen los hombres perfectos? No quiero ser eso que no soy. Pero no importa. Los hombre perfectos existen, y son mis amigos. Eso que no soy, con los acontecimientos, se ha convertido en algo cada vez más grande: una lista negra, una garganta codiciada, un manojo de orgullo. Esos hombres perfectos que son mis amigos no creen que son perfectos. Ja. Y a veces son hipocondríacos, pero por instantes, eso le da un aire de humildad a su perfección. Hoy caminé desde el centro hasta (más allá de) China Town. Eso que no quiero ser es tan miserable. Se filtraba entre las vallas de los policías que esperaban divertidos alguna contingencia. El centro estuvo cerrado. Yo tuve que caminar por ahí antes de que marcharan mis amigos. Pero los policías querían divertirse. No vi, entre ellos, un sólo hombre perfecto. No había manera de ver sus calcetines. Y usaban esos escudos como placas, mientras calentaban su estrés golpeando una mano con otra. Son tan entusiastas. Sus sonrisas parecían suplicar que cualquiera cometiera un error, No habla mi animalidad, lo juro. Soy un migrante en tierra de miles de migrantes explotados, atemorizados, oprimidos por los racistas, entre la basura. Esta foto es de Inti.

d.