Hay varias situaciones en mi país que son difíciles, muy difíciles de describir. Sobre todo tratándose de situaciones políticas ligadas a los artistas. El mundillo del arte es bastante complejo. Desde que el arte, aparte de ser un decorado extravagante, no significa para la sociedad más que una pérdida de tiempo, los artistas tenemos que sobrevivir como sea. Es en esa línea tan delgada (pero tan importante) entre la supervivencia y la extravagancia que los artistas en mi país definen su rumbo. No existe una máquina tan hermosa y perfectamente creada como el sistema de apoyos para la cultura y el arte en mi país. El problema (como podemos facilmente deducir) no es la máquina, sino quiénes la utilizan. Mi forma de manifestar el desacuerdo que tengo sobre la manera en que esta máquina derrocha su capital, transfiere sus energías y estatus, y confabula para que un pequeño grupo reproduzca el monopolio voraz de los recursos asignados para las artes y construya a los dignos "representantes de la nación" con cabeza de Octavio Paz, boca de Elias Nandino, corazón de José Carlos Becerra y hambre de Santiago Papasquiaro, es, sencillamente, no participar. Sin embargo no participar en el sistema que es dueño de la única promoción que existe para las artes en mi país ha sido abrir la puerta para que otras personas se adjudiquen mi existencia en el mundo (ja). Es decir: fue gracias a "A".... que obtuve mi primera publicación, fue gracias a "B"... que me invitaron a Brasil, fue gracias a "X"... que las personas leyeron mi libro, en pocas palabras mi creencia romántica de que el trabajo de un artista puede abrirse camino por sí solo es inconcebible en sistemas donde la máquina dejó de ser la máquina y se ha convertido en los acuerdos entre unos cuantos que aplican criterios tan absurdos como el racismo (o digamos clasismo, para que no se espanten). Aún así, tengo un libro publicado en Tierra Adentro ¿gracias a quién? obtuve la beca del fonca ¿porque el sistema que repudio me hizo un favor a mí o a mi trabajo? y en unos cuantos meses publico "Querida Fábrica" en la colección "Práctica Mortar" ¿Por qué?
Conozco artistas que han luchado siempre contra viento y marea por destacar en las aguas negras del arte en México, artistas a los que se les va la vida y el hígado deseando un lugar: apuñalan con tal de publicar, o entregan un premio emérito de literatura a quien no ha publicado un libro en quince años asegurándose que les va a servir después, porque es agregado cultural en algún consulado mexicano en otro país.
Hoy ocupo mi tiempo en esto porque, en verdad entiendo el sacrificio que hay que hacer para mantenerse al margen, y aún así uno siempre está en deuda porque el "éxito" de un artista es visto como un favor que provee alguien más. Es una línea frágil. En ocasiones quisiera dejar de resistirme y adoptar esa actitud de autosuficiencia que adoptan esos, para quienes los aplausos de una sala repleta es suficiente confirmación de su genialidad. Nunca me convenzo a mí misma de que, en el arte, un buen trabajo se mide por los aplausos. He escuchado teatros enteros aplaudirle a un intérprete que ha convertido la obra de Bethoveen en una mierda empalagosa. Qué difícil es llegar a este punto en el que, al parecer, no coincidimos con alguien más. Es casi imposible saberse completamente solo, sin experimentar un auténtico sufrimiento.