Ya les he platicado de esta sensación de ser una especie de alma en pena, que ha muerto sin darse cuenta. Pero no es de mi muerte de la que quiero hablar. Sino de la muerte del poeta Guillermo Fernández. Uno menos. No es que me haya dado por hacer la cuenta regresiva de las personas que aprecio y van desapareciendo, es que se están yendo así, como si un gigante diera un manotazo y los borrara del mapa. Peor que eso, Guillermo no murió de un infarto. Ni murió en un momento en que cayó dormido mientras leía algún libro. La muerte de Guillermo Fernández fue provocada con crueldad. Los reportes indican que fue para robarle y, de paso, quitarle la vida (supongo). Llevo escuchando la teoría del "asalto" desde que Felipe Calderón llegó al poder: un "asalto" tras otro. No sólo a poetas sino a activistas, a políticos, a periodistas, a menores de edad. También he escuchado la teoría del "por algo será" que convierte a las víctimas de los crímenes de estado en delincuentes merecedores de su muerte. Alguna vez un procurador en Chihuahua uso la frase estúpida: "no piensen que es un muerto más, se trata de un criminal menos" que Calderón intenta venderle ¿a qué sociedad? ¿a la sociedad imaginaria de su país imaginario, donde los ríos de sangre no son ríos de sangre sino interminables arcoíris de caramelo? Hemos tenido "criminales menos" de dos o tres años de edad. Dos "criminales menos" que dirigían la Secretaría de Gobernación. En México ¿creemos que el hijo descuartizado de Javier Sicilia "en algo andaba"? ¿Que la directora del Museo de Antropolología en Paquimé (con cargo federal) resultó un pájaro de cuenta? ¿Que a Norma Andrade han intentado "asaltarla" (y asesinarla) dos veces, porque seguramente "andaba en malos pasos"? ¿Que la poeta Susana Chávez, seguramente "volteó a ver feo" a sus compañeros de parranda, que aprovecharon el guiño para matarla a golpes y cercenarle un brazo? ¿Que el cuerpo de una actriz de color fue descuartizado y escondido en la cisterna de su casa porque "algo debía" y que, en Puebla, degollaron a una activista transgénero "porque salía de noche"?

En pocas palabras, para el Estado todos nosotros somos un país de salvajes que busca el mínimo pretexto para asesinar, y no sólo asesinar: moler a golpes, descuartizar, escribir recaditos en mantas descomunales, intervenir teléfonos, perseguir a quien nos "cae mal", amenazar de muerte, de encarcelamiento, de desaparición, de violación, vejación y asesinato a las primeras de cambio. ¿De eso pretende culparnos el Estado para continuar arrebatándonos un país que ha vendido a destajo? Un país que nos muestra las barbaridades "que cometemos" en todas las televisoras nacionales.
Debe llegarle su momento a ese Estado que no puede seguir justificando la "inseguridad" en la que ha sumergido a un país, y por la que pretende hacernos responsables. No basta con cazar "asesinos materiales". Hay que llevar a juicio al mismo Estado que ha aterrorizado a la población; que pretende asesinar cualquier pensamiento crítico; que se opone a la diversidad y a la libertad ciudadana. Un Estado que refleja la paranoia de Felipe Calderón y de quienes le mueven los hilos de la boca y las manos que señalan las siguientes cabezas que van a rodar. Juicio a quienes, como Calderón han servido de sus brazos armados, en contra de nosotros mismos, con la sangre tan fría. ¿O va a ser este un genocidio más que se destapa cincuenta años más tarde?

posdata: si un día de estos "me asaltan" ya saben quién fue y que, seguramente fue porque yo también "en algo andaba".

d.