“Heme aquí (¡heme!) trabajando en una agencia de publicidad, tres horas por día, cien millones de sueldo, haciendo una especie de especie. No te escribí antes porque estaba en pleno caos: ahora, en cambio, vengo aquí y, por ejemplo, Tomo Asiento, y tengo una máquina de escribir y chicas secretarias que tratan de solucionar todas mis dificultades, tales como hablar por teléfono por mí (pero esta carta la escribo yo, ojito) puesto que el dueño de la agencia así, rigurosamente, se los ha ordenado. A Die Verneinung le debo la gracia, o desgracia, de esta nueva situación. El éxito del poema es fabuloso”. Osvaldo Lambhorgini


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