Transcurso
Escribí que quería que se hincara y pusiera las navajas para rasurar dentro de su boca. No era yo Emilio Soto´s, ni pasaba el día frente a mi computadora escribiendo, alimentándome con barras de chocolate. Ella tenía que hincarse aunque fuera en este espacio. Hincarse sin llorar. Escribí también que yo tenía una cuarenta y cinco justo en su cabeza y por eso, lo más conveniente era que ella comenzara a masticar. ¿Sobra decir que me estaba divirtiendo? Escuché en una canción de mal rock argentino que uno es inocente cuando sueña. ¿Cuándo dejó de ser un sueño este lugar? Ella estaba hincada y comenzaba a llorar. No debía abrir la boca. Desde entonces hay personas que me siguen cuando salgo. Creen que cometo crímenes. En realidad yo soy una buena persona. He pensado que tal vez quienes me persiguen creen en eso de “merecer” las cosas. No la vestí con un kimono, ni la sometí a reducción de pies. No le unté maquillaje. Ella llegó natural. Yo actúo natural. Soy un buen mamífero.
Lorenzo Calleros
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