Sí, sé que hay personas que pagarán muy caro sus compromisos partidistas. Las zorras disfrazadas de feministas que aprovechan para hacer leña del árbol caído, no saben de qué se trata la rueda de la vida. Quizá no lo sepan nunca. Viviendo en el desierto y sintiéndose poderosas porque, en este momento, tienen las fuerzas paramilitares, las fuerzas armadas, la seguridad local y los escuadrones de la muerte a su servicio. Tal vez no mueran torturadas, desmembradas y arrojadas a la calle como la basura, no. Mueren a cada paso que dan, cuando tienen que dejarse pisotear por quienes las utilizan, y se sienten viejas y recurren al botox. Mueren cada vez que les decoloran el cabello con químicos caros y queman sus uñas con acrílico superpuesto. Mueren cada vez que invierten el dinero que ganan en afinarse la nariz o abultarse el pómulo, porque esos a los que sirven les han hecho creer que ser mujer no es suficientemente bueno. Hay que ser "Señora" o "Señorona" como les llaman, para encabezar causas sociales, y abrir la boca hinchada de silicón para decir "ella no era activista". O para decir "lo que quería era irse a buscar fortuna a otro país". Esas mujeres que dejaron de ser mujeres para convertirse en tan perseguidoras como los mismos asesinos, tan culpables como quien secuestra o tortura. No irán a jucio porque viven el juicio todos los días, pudriéndose.
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