La realidad se presenta como una telenovela de argumentos infames. Ya lo había dicho antes. Es momento de reestructurar los reconocimientos internacionales. Debería existir la medalla al presidente más compasivo con las petroleras que han contaminado sus mares. O la feminista cómplice (de lo que sea). Reconocimiento al exterminio, a la simulación; reconocimiento al periódico que ha entregado más ciudadanos en sus primeras planas para persecución de Estado. Y al periodista que mejor hace creer a las personas que están escuchando opiniones sabias. No, no estoy hablando de méxico únicamente. ¿Conocen lo que sucede en Guatemala? ¿En Bolivia? ¿En Perú? ¿El Salvador? ¿En Honduras? El premio a la educación: al maestro que haya conseguido domar a los pueblos indígenas para que aprendan a volverse tornillos cuando sea necesario, ejes, si la producción industrial lo requiere. Me faltaba ese premio al empresario-dios que tiene el dedo en todos los pasteles pero también la mayor colección de arte contemporáneo. Ese está en todas partes  y, no sé si tenga sentido una medalla más porque hace tiempo que recibió corona y cetro.

d.