Berta Cáceres es la que pasa la velita


Generalmente, cuando estoy más perdida me pregunto quién soy. En días como hoy el sentido de extravío es más grande, más global. No puedo evitar preguntarme "quiénes somos", qué tanto estamos permitiendo, cómo es que vemos a los demás y claro: la pregunta llena de rabia que me molesta hacer por ser tan obvia ¿por qué se ha echado a andar en el mundo un mecanismo para exterminarnos?
Ayer, tuve paciencia. Durante la cena familiar no faltó el amigo que culpó a los gobiernos de América Latina de cualquier cosa, hasta de estar poseídos por entes demoníacos. "Si en Argentina por 12 años estuvieron bien, es porque el gobierno les había construido una ilusión que ahora, con el nuevo sistema se derrumba". No discutí, únicamente escuché. Ni siquiera voy a repetir las cosas que se dijeron sobre Venezuela o Bolivia. Aaarrrggg. La vida me parece, en ocasiones, muy difícil. Eso, el simple hecho de vivir, rodeada de tanto desprecio hacia los otros. Un grupo social puede aceptar que otros sean multimillonarios de forma incuestionable, si son criollos, europeos, blancos. Sé que estoy diciendo lo obvio y es una observación tan llana y tan corriente como el agua que bebemos todos los días. El agua que todos piensan que las corporaciones se encargarán de proteger. Estoy llena de rabia hoy, por venir aquí a decir lo obvio: no soportamos que un indígena sea inteligente, viva bien, coma bien, tenga una casa con alberca, use zapatos lindos (como le de la gana). No soportamos que un indígena sea políglota, culto, más educado que nosotros. No soportamos que un indígena no se someta a los designios de los conquistadores. No soportamos ser indígenas. No lo toleramos, somos una vergüenza; somos una vergüenza que se odia a sí misma, que se auto apuñala. Estoy llena de odio hoy y me da vergüenza. Estoy llena de tristeza hoy y me avergüenzo de lo que somos. Cómo nos hemos transformado en esto que justifica un genocidio. Nos tratan como si permitirnos pisar esta tierra fuera hacernos un favor. Como si darnos un documento de identidad fuera civilizarnos. Nos matan y después nos señalan a nosotros mismos como los asesinos, nos encierran, nos torturan, nos desaparecen.
No es bueno venir aquí con rabia. Y tengo el pensamiento muy nublado. Así que mejor me voy, a tocar una flauta de barro que construyó un indígena y ayuda a protegerse del "encimismamiento". ¡Viva Berta Cáceres! ¡Viva Latinoamérica!

pd. a  Berta no la mató su pueblo, que quede claro. La mató la fuerza a la que ella se opuso ¿cuál era?