La próxima vez pasaremos horas hablando de mi madre y de mi padre. De mis hermanas y hermanos. Mi padre era un loco, ya sabes. Pero no sabes sobre la colección de máquinas portátiles de escribir que tenía mi madre. Una de las primeras imágenes que recuerdo: un salón repleto de máquinas de escribir de todos los colores: amarillas, azules, rojas, verdes. Era tal vez 1975 o 76. Las máquinas parecían animalitos muy fuera de mi alcance, brillantes. Mi colección de máquinas de escribir, comparada con la de mi madre, me parece muy triste, de tonos aburridos, oscuros: negros, grises, verdes. Mis animalitos melancólicos, sin salir de sus cofres. La próxima vez que hable contigo será en la presentación de alguno de mis libros. Hablaremos también de la reproducción genética que le da forma a la barbilla. Y del amor que tengo por los magos que me rodean. Por si me has olvidado, llevaré una blusa negra con estampados blancos en forma de caballos y presumiré no conocerte.