Juro que me río de casi todo. Que tengo una plática alegre. Que me gusta salir (de vez en cuando, muuuy de vez en cuando) a lugares donde la gente se reúne. No es que sea precisamente una casca rabias. Pero creo que quienes me llaman con la intención de que este yo les funcione como el divertimento de algún espectáculo político no me conocen. Apenas aterricé, recibí un mensaje grabado de una persona que me invitaba a presentarme este sábado en un "evento" donde me darían un reconocimiento público por mi "poesía" (que puedo apostar ni siquiera ha leído). Ustedes saben que el culto a la personalidad es un anzuelo que pocos podemos esquivar. Uno cae en los altares de la vanidad y se exhibe como vil payaso o títere de intereses políticos. Ah, pero se trata de un "reconocimiento" y ¿qué van a reconocer? ¿que soy escritora? eso ya lo sé, nací con ese destino que acorrala a quienes damos patadas de ahogados dentro de este pantano. Agradezco profundamente a la vida que alguien se fije en mí, que me den trabajo, que piensen en mí positivamente, aunque las intenciones no sean las más claras. He llegado a pensar que un autor no necesitaría ni de la autoría. La autoría, como la personalidad, son asuntos que salen sobrando a la escritura, cuanti menos los premios, los "reconocimientos", las llaves de la ciudad. Bueno, pérense a que me muera y ya, entonces, hagan del rídiculo en que me he convertido, lo que les de la gana (no tengo herederos). ¿Pero ahorita? ¿Piensan que me voy a subir a un templete por un papelito y unos cuantos aplausos? ¡Renten una foca! (y aún así, eso lleva karma, porque es abuso contra esos seres más altos: los animalitos).

d.