Estoy practicando unas oraciones para aumentar ese "estado de ser" al que nos eleva la gratitud. Debo decir que me siento muy bien, gracias. Desde mi estado de gratitud me comuniqué por teléfono con una amiga que hace trabajo comunitario en medio de la guerra:  está dando terapias a niños de secundaria con problemas de conducta. ¿Qué niño de secundaria en medio de la guerra no tiene problemas de conducta? ¿Qué profesor en medio de la guerra no tiene algún desorden del sueño? ¿Qué persona en medio de la guerra actúa como una persona normal? A veces pedimos demasiado -sobre todo cuando se trata de niños-. Los niños que no manifiestan el sufrimiento causado por las experiencias terribles, a través de actos violentos, enferman: enferman de forma crónica y terminal, pierden completa y físicamente las ganas de vivir. Entonces, en las escuelas en medio de la guerra hay muchos niños con enfermedades como la diabetes juvenil y, en el transcurso de una semana, les son administradas tres o cuatro inyecciones de insulina. ("Insulina" pareciera el nombre de una isla ¿no es así?) La mayoría suele decir "es que tiene alto el azúcar". Es difícil pensar que, no es que tenga "alto el azúcar" sino que se trata de un niño al que ya no le funciona el páncreas, y sus riñones trabajan con una lentitud fatal. Es difícil pensar que la familia del niño se sienta frente al televisor con un paquete de galletas y se sorprende porque, estando "enfermo", el niño tiene impulsos "irracionales" de comer todo lo que puede causarle la muerte.
Es difícil transformar nuestra percepción de la realidad. Al niño no lo matan las galletas que come, el niño tiene muertas algunas partes de sus órganos internos. Se trata de una guerra que avanza en el centro de un niño, destruyéndolo, mientras su familia está comiendo galletas frente al televisor en medio de una guerra que destruye su barrio y su propio mundo. En momentos así es cuando los consejeros necesitan consejos más altos: no hay nada que transforme la realidad. No hay nada que logre que el niño, con la guerra avanzando por dentro, se levante alegre todas las mañanas para atravesar otra guerra y estudiar; estudiar para una vida que no tendrá, o para esperar, estudiando, que la muerte termine por invadirlo totalmente. ¿Están ya los consejeros de las secundarias preparados para acompañar a los niños de la guerra durante ese inevitable trayecto hacia el lugar que despierta todos nuestros miedos? agradezcamos nuestros encuentros con la realidad. La gratitud sirve para medir mejor la perspectiva cuando se vive rodeado de un mundo tan ilusorio donde, algunas personas pagan siete dólares por un vaso de café y otras, rinden culto a la belleza y al dinero, mientras pasean a sus mascotas con caminar de ángeles. Puedo ver a la distancia sus alitas moviéndose, bellísimas. Tan bellas como su piel: super saludable. Tan saludables que, a su sólo paso, yo también florezco.

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